martes, 24 de febrero de 2015

Rodeado de tiburones.

Nunca pensó que su fin sería así... tiburones. Tiburones sin piedad despedazándolo cacho a cacho y... llevándolo a la más mísera ruina.

Varias semanas atrás...

  -¿Qué? ¿Cómo estoy?
  -en su estado... y a su edad, no debería fumar Sr. Binest
  -y... ¿Cuál es la mala noticia?-. dijo echando el humo.
  -¡Tómese esto en serio Sr. Binest! No puede permitirse fumar, soy su oncólogo y le prometí a su familia que cuidaría de usted
  -¡ah!... Mi familia. -frunció el ceño-. Esas ratas... Esa gente que... bueno, qué son mi sangre pero no son mi familia.
   Se hizo una pausa entre ambos hombres, hasta que John Binest se levantó y apagó el cigarro en el cenicero que había encima de la mesa del Dr. Raven. "¿Sí no se puede fumar para que tiene un cenicero en su mesa?"  pensó John Binest y salió de la consulta ante la inerte mirada del doctor Sean Raven.

John Binest era un padre de familia pescador, tras una larga tradición familiar y un par de industrias pesqueras su empresa "Binest Fishers" quebró... Todas las generaciones de sus antepasados siempre se dedicaron al mar; unos como piratas, otros como pescadores, otros como contramaestres de algún navío perdido y dejado por la mano de dios... Pero siempre surcando mares, su sangre era azul como el agua en alta mar.
Cuando perdió su fortuna debido a la crisis toda su familia le abandonó y a causa de eso tuvo una embolia y dos ataques al corazón que le dejaron practicamente incapaz. Toda una vida siendo un lobo de mar, el macho alfa de toda una compañía de barcos pesqueros que seguían su estela en alta mar, que seguían su camino por muchas tormentas y malos vientos que viniesen, porque siempre conseguía cargar su flota de dieciocho barcos llena de pescado de todo tipo, pero sobre todo de pez espada.
Esto era antes de quedarse totalmente arruinado viviendo en una casa mal subvencionada por el estado. Un día tocaron a su casa, a traerle un par de cartas que le llegaron de unos análisis de sangre y de adn respecto a un familiar lejano. Estos análisis los hizo cuando su empresa estaba en todo lo alto y no le importó gastarse todo ese dinero que conllevaba esas pruebas. Veía los sobres y se apenaba al recordar haber gastado toda una fortuna antes de esta crisis económica que ahora sufre. Una crisis que le obligó a vender la empresa y los barcos a un precio ridículo.
Esto conllevó enfados con su familia, discusiones con sus tres hijos, con su mujer y su socio y mejor amigo que además se acostaba con su mujer... Para nada pinta bien esta historia.
Volvamos a las cartas, los dos sobres se convirtieron en uno; el otro simplemente era la confirmación de que la analítica se pagó y se hizo bien el traspaso de dinero.
La carta importante era la siguiente. Una vez ignorada la primera, la segunda carta fue el climax del asunto, el big bang de todo lo que a continuación viene.
Efectivamente las pruebas eran concluyentes y claras:
 
   El señor John Binest, con Documento 324580971275-DS que vive en Noruega, con residencia en North Polk 472 Hijo de Leopold Binest y Carissa Burlesk, efectivamente y tras haber hecho con éxito las pruebas de ADN y de sangre hemos podido afirmar que es usted descendiente del capitán pirata Danilo Binest que mas adelante se convertiría en duque de Bulgaria. Tras una larga y provechosa búsqueda de sus bienes materiales ha heredado usted de todos sus antepasados el castillo de Bürenguer en Alemania, la fortuna que esto conlleva y las fincas de Caballiere en Francia le pertecenen debido a que nadie las ha reclamado y son legitimamente suyas, siempre y cuando firme este impreso le serán concebidos estos bienes.

Efectivamente firmó, y con esto el olor a tinta parece que se extendió como la sangre entre tiburones, tiburones en forma de personas; sus hijos y su mujer, que planearon un ataque masivo mientras estaba en su casa; dormido y con la fortuna bajo el brazo. Entraron a su casa; su decorada casa al estilo de un barco, como el camarote del mismísimo Nautilus.
Un propicio ataque a toda su fortuna, para ello tenían que acabar con él... le mataron para quitarle sus nuevos bienes y toda la fortuna que esto arrastraba detrás... Tiburones, así se comportó su familia con él... así murió... En su cama ahogado entre cojines y apuñalado por uno de sus hijos. Mientras los otros miraban, John Binest murió desangrado o ahogado, no se sabe...

Por eso digo qué nunca pensó qué su fin sería así... tiburones. Tiburones sin piedad despedazándole cacho a cacho y... llevándolo a la más mísera ruina.

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