martes, 24 de febrero de 2015

Rodeado de tiburones.

Nunca pensó que su fin sería así... tiburones. Tiburones sin piedad despedazándolo cacho a cacho y... llevándolo a la más mísera ruina.

Varias semanas atrás...

  -¿Qué? ¿Cómo estoy?
  -en su estado... y a su edad, no debería fumar Sr. Binest
  -y... ¿Cuál es la mala noticia?-. dijo echando el humo.
  -¡Tómese esto en serio Sr. Binest! No puede permitirse fumar, soy su oncólogo y le prometí a su familia que cuidaría de usted
  -¡ah!... Mi familia. -frunció el ceño-. Esas ratas... Esa gente que... bueno, qué son mi sangre pero no son mi familia.
   Se hizo una pausa entre ambos hombres, hasta que John Binest se levantó y apagó el cigarro en el cenicero que había encima de la mesa del Dr. Raven. "¿Sí no se puede fumar para que tiene un cenicero en su mesa?"  pensó John Binest y salió de la consulta ante la inerte mirada del doctor Sean Raven.

John Binest era un padre de familia pescador, tras una larga tradición familiar y un par de industrias pesqueras su empresa "Binest Fishers" quebró... Todas las generaciones de sus antepasados siempre se dedicaron al mar; unos como piratas, otros como pescadores, otros como contramaestres de algún navío perdido y dejado por la mano de dios... Pero siempre surcando mares, su sangre era azul como el agua en alta mar.
Cuando perdió su fortuna debido a la crisis toda su familia le abandonó y a causa de eso tuvo una embolia y dos ataques al corazón que le dejaron practicamente incapaz. Toda una vida siendo un lobo de mar, el macho alfa de toda una compañía de barcos pesqueros que seguían su estela en alta mar, que seguían su camino por muchas tormentas y malos vientos que viniesen, porque siempre conseguía cargar su flota de dieciocho barcos llena de pescado de todo tipo, pero sobre todo de pez espada.
Esto era antes de quedarse totalmente arruinado viviendo en una casa mal subvencionada por el estado. Un día tocaron a su casa, a traerle un par de cartas que le llegaron de unos análisis de sangre y de adn respecto a un familiar lejano. Estos análisis los hizo cuando su empresa estaba en todo lo alto y no le importó gastarse todo ese dinero que conllevaba esas pruebas. Veía los sobres y se apenaba al recordar haber gastado toda una fortuna antes de esta crisis económica que ahora sufre. Una crisis que le obligó a vender la empresa y los barcos a un precio ridículo.
Esto conllevó enfados con su familia, discusiones con sus tres hijos, con su mujer y su socio y mejor amigo que además se acostaba con su mujer... Para nada pinta bien esta historia.
Volvamos a las cartas, los dos sobres se convirtieron en uno; el otro simplemente era la confirmación de que la analítica se pagó y se hizo bien el traspaso de dinero.
La carta importante era la siguiente. Una vez ignorada la primera, la segunda carta fue el climax del asunto, el big bang de todo lo que a continuación viene.
Efectivamente las pruebas eran concluyentes y claras:
 
   El señor John Binest, con Documento 324580971275-DS que vive en Noruega, con residencia en North Polk 472 Hijo de Leopold Binest y Carissa Burlesk, efectivamente y tras haber hecho con éxito las pruebas de ADN y de sangre hemos podido afirmar que es usted descendiente del capitán pirata Danilo Binest que mas adelante se convertiría en duque de Bulgaria. Tras una larga y provechosa búsqueda de sus bienes materiales ha heredado usted de todos sus antepasados el castillo de Bürenguer en Alemania, la fortuna que esto conlleva y las fincas de Caballiere en Francia le pertecenen debido a que nadie las ha reclamado y son legitimamente suyas, siempre y cuando firme este impreso le serán concebidos estos bienes.

Efectivamente firmó, y con esto el olor a tinta parece que se extendió como la sangre entre tiburones, tiburones en forma de personas; sus hijos y su mujer, que planearon un ataque masivo mientras estaba en su casa; dormido y con la fortuna bajo el brazo. Entraron a su casa; su decorada casa al estilo de un barco, como el camarote del mismísimo Nautilus.
Un propicio ataque a toda su fortuna, para ello tenían que acabar con él... le mataron para quitarle sus nuevos bienes y toda la fortuna que esto arrastraba detrás... Tiburones, así se comportó su familia con él... así murió... En su cama ahogado entre cojines y apuñalado por uno de sus hijos. Mientras los otros miraban, John Binest murió desangrado o ahogado, no se sabe...

Por eso digo qué nunca pensó qué su fin sería así... tiburones. Tiburones sin piedad despedazándole cacho a cacho y... llevándolo a la más mísera ruina.

viernes, 20 de febrero de 2015

Palabras desahogadas de un desahuciado.

Mi hogar... Mi casa. Donde me he criado y he visto llover, salir el sol y entrar la noche con la luz de la luna atravesando los cristales que protegían mi hogar... Ese lugar, esas paredes coloreadas con ilusión, ese suelo en el que me revolcaba, ese techo que miraba cada noche al dormir envuelto en dulces sábanas de amor de madre y en una cálida habitación donde soñar y dejar las preocupaciones a un lado... En mi hogar... Que ya no es mi hogar. El salón de casa y la misma puerta que se convirtieron en un fuerte; en una resistencia ante esos perros policías por la amenaza de una orden de desahucio.
Mi hogar... Que ahora es un infierno vacío, frío como un invierno en Groenlandia. Mi hogar... Un reino con los reyes destronados. Reyes en paro que no pueden pagar una cifra mensual. Hace ya cuatro años de esa mañana en la que nos echaron de nuestra casa... Rompiendo los recuerdos de mi abuela, de mi madre, de mis dos hermanas pequeñas. A porrazos y a golpes... Y el primer policía que golpeó la puerta; era mi padre.
Ya no queda nada; solo sombras de lo que fue esa casa, el amor y los abrazos que aún seguirán ahí. El olor a hogar debe haber desaparecido. Tan sola y desolada, como la luna sin nadie que la guarde cada noche... Cuatro años sin hogar; sin techo. Cuatro años interminables durmiendo en pensiones de acogida. Cuatro años y... Cada vez que pienso en mi hogar, lo recuerdo como si fuese ayer; con la alegría de las risas de mis hermanas y la calefacción dando abrazos cálidos y acogedores. El despertar en la mañana y ese aroma a café en la cocina, donde mi madre preparaba cuidadosamente unas doradas tostadas con mantequilla para desayunar antes de irme a estudiar, mientras mis hermanas estaban en sus camas descansando placidamente, sin preocupaciones de tener que hacer nada...
Ahora tienen seis años y son conscientes de la situación que tenemos; conscientes de que su mismo padre fue quien nos echó de la casa seguido de otros policías que se limitaban a cumplir órdenes. A acatar normas y reglas, duras reglas, ignorando todo tipo de sentimientos de los dueños de esa casa.
"Dueños"... No somos dueños de nada, solo falta que nos cobren por soñar, de ser así ya ni soñar podríamos. Aún amanece gratis, al menos para algunos, aún salir a calle no cuesta la vida.
El desahucio de un hogar afecta a uno mismo; te quitan tu hogar y pierdes todo tipo de dignidad, de identidad, de razón de ser algo en la vida. Dejas de luchar por aquello que creías que era importante, pues sin un techo bajo el que ocultarse y bajo el que contar la lucha que creías que era importante ya simplemente, dejas de pensar, dejas de luchar y dejas de vivir honestamente.
Sientes odio, impotencia, melancolía... La miel del recuerdo ahora sabe amarga, y el azúcar de tu vida no da dulzura... Sino amargura, asco y repugnancia, amargo como hiel. Un desahuciado, el rey de su hogar que ha sido echado, destronado, el preso al que le roban la libertad, el pajarillo al que enjaulas; eso soy.
Eso somos... Desahuciados y desamparados, ignorados por la ley, ignorados por la justicia... Que la protesta sea el grito mas fuerte en la noche mas silenciada... Gritar al viento que: "Sí, somos desahuciados, pero ante todo somos una familia, somos personas, no somos una cifra cada final de mes".
Lo malo de la vida es que luchamos, luchamos, luchamos y luchamos por unos metros cuadrados de más y luego... Simplemente somos dueños de una caja de pino de tan solo dos metros... Pero mientras sigamos vivos... Que la lucha continúe, y que la guerra de vivir y luchar por una vivienda digna no cese.

   Marcos Kinner.
  26 Julio 2013.

domingo, 15 de febrero de 2015

El circo de las doce rarezas.

Iba caminando por mi ciudad tranquilamente cuando una triste oleada de viento alzó unos papeles al vuelo y uno de ellos cayó ante mis pies. Hacía frío, iba encogido y con la cabeza gacha. Alargué la mano y tomé el papel.
En él Ponía "Circo de las doce rarezas". "Vean al increíble boxeador sin tacto".
  "Deleitense contemplando a un oso panda albino, completamente blanco".
No pude evitar reirme, los osos pandas son blancos y negros, La entrada apenas costaba cuatro euros, el circo se instaló en Barcelona. Se lo comenté a la familia mientras cenábamos. Me miraron los cuatro a la vez; mis padres y mis dos hermanos. Creía que iban a decir que era una estupidez, como de costumbre; pero dijeron que tal vez podríamos pasar una buena tarde en el circo de las catorce rarezas.

  Fuimos arreglados, bien presentados y compramos nuestra entrada en taquilla, yo pagué con un billete de cinco y el hombre me dio el cambió en monedas de un céntimo. A lo que le dije:
  "¿Y esto?... ¿por qué me da el cambio así?"
A lo que él me respondió: "Rarezas, joven. Rarezas".

Pasamos dentro, entre luces de todo tipo, sonidos estridentes de guitarras y focos xenon sobre nuestras cabezas, una telaraña de humo denso hizo un bonito efecto con las luces y los rayos que desprendían los lásers. La gente comía palomitas... Bueno, es decir, las bolitas de maiz sin estallar, eso tambien me pareció raro, sobre todo por que lo hacían de forma normal, sin extrañarse de saber que estaban comiendo simplemente maiz; puro y duro.
Caminamos por el circo hasta llegar a las butacas ordenadas no por número, sino por colores; fila roja, asientos rojos, bermellón, burdeos y granate. Todo eran cosas raras de toques extravagantes, casi catalogadas al más puro estilo del genio cinematográfico Tim Burton.
Habían rosas de color gris por todos lados, un color real, los pétalos eran grises cómo un invierno en Londres, de un tallo color morado y con unas espinas que parecían ser metálicas.
El circo tenía al increible hombre qué llegaba a fin de mes con 420 euros, algo realmente inigualable, cuando le vimos se oyó una potente voz decir "¡vean al hombre malabarista... Hace malabares para llegar a fin de mes!".
También tenían a la increíble mujer idiota, enjaulada. No saben cómo se llama, está irreconocible, dicen que es por tanto uso de cirugía. Esa mujer no deja de repetir algo así cómo: "yo por andreita mato".
O algo de ese tipo. Hubo quien la reconoció desde el público; un foco iluminó la voz que señalando a la mujer dijo "es Belén Esteban".

De repente y ante tanto revuelo, todos se sientan. A mi lado, casi en la fila naranja, tengo un hombre que dice haber trabajado para una familia paranormal, no dejaba de hablarme. "La familia Lost" así se llamaba según ese hombre que se hizo llamar John.

Estabamos viendo cómo hacían malabares con pelotas invisibles; marionetas bailando sin cuerda, casi dotadas de vida de una forma extraña y sin sentido; cómo los autómatas en Cazadores de Sombras. Una fuente llameante de fuego, llameante en el centro de la pista del circo y de ella salió un hombre vestido de corbata que se hizo llamar el payaso Marianín. Iba vestido de traje y hablando imitaba en ciertos aspectos al presidente del gobierno. Rogó a todos que nos sentásemos para dar comienzo al espectáculo del circo de las doce rarezas.
Una potente iluminación roja le alumbró y alzó la voz en un tono de fuerte acento Italiano.

  -En breves minutos queridos espectadores, dará comienzo el espectáculo del circo de las doce rarezas. Se recomienda no traer niños menores de ocho años al espectáculo para no herir la sensibilidad de los pequeños.
Mi hermano pequeño me miraba, me agarró fuertemente el brazo y me dijo, "¿has oido eso?".
Le senté encima de mí y tomé sus manos. Mi madre le dijo: "no pasa nada Samuel".
De nuevo habló el payaso marianín.
  -Y sin más preámbulos ya comienza esta noche del circo de las doce rarezas.
  Sonaron trompetas y redoblaron unos tambores, al ritmo en el que la luz lanzaba flashes y se destacaban sonidos guturales extraños provenientes más allá del telón morado.
  -Y con un fuerte aplauso, ya recibimos a ¡¡la primera rareza!! Recibamos a Erik Donetti, ¡un político honesto!

En cuanto se juntaron las palabras Político y honesto, la gente a la vez zumbó, el circo vibró, espectante y exigente por querer ver esa enorme rareza

  -Cuéntales Erik, ¿por qué eres un político honesto? -Preguntó el payaso Marianin.
  -Soy honesto porque aún no he llegado a nada. Cuando pueda tener un puesto importante; concejalía, ministerio, escaño en el congreso... Cuando consiga un puesto de importancia dejaré de ser una rareza, seré un político normal.
Mi madre le dijo a mi padre unas palabras que no oí pero que leí en sus labios
  "¿Un político honrado? Venga hombre, es un sin sentido".
Mi padre afirmaba con la cabeza encogiéndose de hombros.

  El payaso Marianín siguió con el espectáculo cuando todos vieron entre música y aplausos a Erik.
  -Despidamos a Erik con un fuerte aplauso, ¡¡Erik, el político honesto!!
  La gente aplaudía de forma que no se oía la voz de Marianín. Entonces tuvo que hacer una pausa hasta que los aplausos cesaron.
  -Ahora sin más dilación, demos paso con un fuerte aplauso a la siguiente rareza, el ¡director de mediaset! ¡¡que ha conseguido hacer un programa interesante en telecinco!!

   La gente enloquecía; en parte de impresión, y por otro lado por sorpresa, nunca habían visto a un político honesto, pero ni mucho menos habían visto un buen programa en telecinco. Absolutamente eran rarezas que no eran normales, pero la tercera rareza era aún más desconcertante y rozando lo anormal.
  -Y ahora despidamos con un fuerte aplauso al director de telecirco... -Marianín corrigió el error qué además hizo a propósito-.Perdón, de telecinco.
  Entre aplausos y luces de iluminación verde que alumbraban toda la pista se oyó un estruendo que aterrorizó a todos. El payaso Marianín dio un grito de satisfacción y continuó hablando:
Querido público ya hemos visto dos rarezas. Ahora, daremos paso a la rareza número tres; aclamen con un fuerte aplauso al Mosso D'Esquadra que nunca golpeó a ningun detenido, rareza número tres ¡un fuerte aplauso para Arnau; el Mosso D'Esquadra pacífico.
  La gente más allá de su asombro, no concebía el drama que presenciaban. Era el único Mosso D'Esquadra que estaba impune de haber maltratado fisicamente a algún transehunte. La gente aplaudía en muestra de asombro, no esperaban ver algo así. Aunque lo mejor estaba por llegar.

  -Y ahora queridos espectadores... hablando de pacífico ¡¡Ante ustedeeeees!! El curioso caso del hombre que beber Bio Frutas Pacífico le volvía terriblemente violento y le daba por morder a la gente. Un aplauso para ¡Luis Suárez!
¡Hay que ver que bien los metes eh Suárez!
  -Sí, la verdad es que los goles es lo mío.
  -no... no, no, no ,no... Yo me refiero a los bocados.
   El público reía, no era un circo para hacer reir. Era un circo de cosas extrañas y rarezas. No me parecía gran cosa, pero el ver tantas cosas raras me parecía inquietante, por lo tanto estaba en tensión. El payaso Marianín continuaba hablando, dando paso a la quinta rareza.
  -Y ahora, despidamos a Suárez, no le den la mano, podría morderles fuertemente.
Damos paso a la quinta rareza, recibamos con un fuerte aplauso al albañil ¡Kiko Rivera! Kiko ha dejado de vivir del cuento y de vivir a costa de su madre y se ha metido a trabajar en los albañiles, creo que hasta ahora es la mayor rareza, pero estén atentos, habrá más y mejor. Pero eso, en la segunda parte del espectáculo, ahora tenemos un descanso de diez minutos mientras preparamos la segunda parte del espectáculo.
   Una enorme ovación llenó de sonrisas al payaso Marianín que ante la mirada de todo el circo hizo un breve discurso:
"Una rareza que ya habéis presenciado y que no os habéis dado cuenta... Es que cada cuatro años vais a votar a un payaso. Pero yo; que me dedico a ser payaso, muestro mas seriedad que esa persona que va a gobernar el gran circo que es españa, yo no voy con engaños. Lo más raro es que siempre votan al que mas cara de mentiroso tiene, ahi teneis vuestra sexta rareza, nos vemos después del descando querido público."

En ese tiempo; en el descanso, había tiempo suficiente. Salimos a fuera a ver entre otras cosas al caballo invisible. No se oía el trote de los pasos ni las huellas de las herraduras en el suelo a lo que me acerqué a preguntarle a un domador si se había escapado y me respondió:
"No, solo son rarezas hijo, rarezas"

La segunda parte comenzó. Casi con aires deseosos de que acabase deprisa;

  -Y sin más dilación ya sacamos a la séptima rareza. Un político Español que sabe hablar idiomas...
   La gente, creyendo que se trataba de un engaño rogó pasarle un micro y efectivamente, pudo hablar claramente tres idiomas. La gente aplaudía, casi más que antes.

  -La octava rareza amigos es... Contengan la emoción, atemperen su entusiasmo pues lo que ahora van a ver puede ser causa de infartos... Es algo realmente increíble.
Ante ustedes, Luis Bárcenas sin maletín y sin papeles bajo el brazo.
   Igual que antes la gente clavaba las bocas en el aire dibujando una O y todos a una gimieron un entendible "Haalaaaaaa"

  -Ya estamos llegando al final del espectáculo, solo queda unas pocas rarezas más señoras y señores... Que salgan, -dijo en voz alta-. Todos los hijos del primer rey
  Cuando dijo eso, salieron como unos treinta individuos; unas doce mujeres mas o menos, y el resto eran hombres; la mayoría de la edad de Felipe; el más mayor de ellos reclamaba el trono. Era una rareza; no por cuantos eran, sino por que con lo sumamente poco atractivo que era el primer rey ¿como pudo tener tantos hijos y varios de ellos resultar ser hermosos?

Entre abucheos del público; que claramente esperaba otro tipo de diversión en la mediocre segunda parte del espectáculo, se vino encima la décima rareza; El boxeador sin tacto.
Una vieja gloria del boxeo que farfulleaba y fanfarroneaba, después de mucho tiempo habiendo carecido del sentido del tacto con el tiempo recuperó el sentido. Al cabo de diez años volvió a perderlo y se hallaba aquí como rareza de un circo extraño y no muy afamado. Se llamaba James Harlem, y pocos de los presentes le conocían, fue un gran boxeador en la primera década de este siglo. Un par de vueltas entre el público con los guantes de boxeo en sus manos mientras le hincaban cuchillos y tenedores en los brazos, le prendían fuego y él no sentía nada; excepto creo que vergüenza por haber acabado así.

La undécima rareza era un animal, el único oso panda albino, totalmente blanco... La gente enmudeció, gran parte del público gritó:
"¡Buuuuh! ¡¡¡Vaya farsa!!!"
A pesar del bajo precio y de la más baja calidad a mí me estaba gustando lo que veía; eso sí, no era para acudir otra vez.
la gente mas descontenta que en la primera parte; donde si lo pasaron bien, estaban indignados... Abucheos y gritos negativos mientras Marianín los recibía en la salida con una sonrisa y casi pidiendo disculpas al público.

  Así acabó el circo. Salimos todos, mas o menos insatisfechos. A mí si me gustó, aunque era más un museo que un circo, de haberlo presentado como un museo hubiese tenido más crítica positiva.
Cogí la papeleta que guardaba en mi bolsillo y vi que el circo anunciaba doce rarezas y que sólo habían salido once. Iba a preguntarle a alguno de los trabajadores del circo a la salida; uno pareció que me leyó los pensamientos pues me miró y me dijo:
"Esa hijo, es la décimo segunda rareza".

martes, 10 de febrero de 2015

Los Ojos Del Vagabundo.

Los ojos del vagabundo... El joven no entendió lo que le dije... No entendió a que me refería cuando le dije esa frase.

Ese joven se llamaba Joe, fue uno de los muy pocos supervivientes del atentado terrorista del once de Septiembre, se libró por que estaba allí de becario, salió a su universidad y al volver ya estaban ambas torres en llamas. Con mucha suerte se sacó la carrera de periodista y un día cualquiera se topó conmigo... Yo le conté parte de mi vida y el me contó parte de la suya.

Todo vino por que ese joven me dijo que los cartones eran basura...
Pedí que me los diese, ya que yo no los veo como basura. Surgió que dijo eso y... Bueno, le expliqué mi punto de vista sobre el cartón o sobre lo que él veía basura o lo que no.

Primeramente el frío... Es algo que muchos dicen sentir.
Yo le pregunté qué haría él con bolsas de plástico o con hojas de periódico. Encogiéndose de hombros dijo que lo más normal sería reciclarlo.
Le dije que en las bajas temperaturas en las horas de madrugadas esas dos cosas podían ser el mayor tesoro de cualquiera, hojas y bolsas de plástico pegadas entre ropa y piel podían hacer de una noche congelada, a una noche menos fría.

El hambre... Es algo que también dicen sentir.
Y la vergüenza... La que sienten al ver a alguien como yo, giran sus cabezas y disimulan; fingen no haberme visto y no sueltan una mísera moneda.
Odio profundo... Mis ojos te observan y te examinan; los ojos de un vagabundo.
Detrás de cada gesto, de cada movimiento de mis ojos puedo ver más allá. Ver el enorme valor de lo que para otros es basura; ver cómo oro lo que para otros sería piedra...
Así cada mañana al despertar... En algún banco habiendo sido presa fácil del frío, de las burlas de los adolescentes o de la caridad de alguna buena persona que deja unas monedas o un café bien caliente en estos días de furioso frío a la intemperie. Despertar con dolor de espalda, en algún banco. Despertar de frío; protegido por unos cartones, que tú ves como basura pero que yo veo como oro. Una almohada de bolsas de la compra; objetos que tú ves útiles una vez, yo los uso una, otra, y otra vez.
El abrazo, el enorme abrazo de una bufanda; muchos dicen tener frío... No sabéis lo que es el frío...
De la luz del alba a la noche. Dónde la luna es mi amiga, donde su luz ilumina cada noche, en ella veo lo que nadie ve; cada noche al dormir a pesar de todo me siento orgulloso de escrutar el cielo estrellado y ver el pasear de la nubes, en esa enorme decoración de la naturaleza que a veces podemos ver; las estrellas fugaces... Dónde uno ve rutina, yo veo ilusión cada noche, cada noche por saber y por rogar el tener un día siguiente, en el que extiendo mi mano esperando alguna moneda en la tarea de la limosna.
Jamás entenderán que el dinero no da la felicidad... Jamás podréis saber lo que mis ojos ven, donde yo veo ricos de dinero en abundancia; realmente hay pobreza emocional o agobio, por querer más y más. En cambio yo... Que diariamente recibo dinero suficiente para vivir ese día... Soy feliz con tener nada, y a la vez lo tengo todo.
El mañana es un misterio, eso, bajo mi punto de vista; es vivir.
Vivir cada día, es un regalo. De ahí que regalar algo se le llame presente, por que ningun regalo puede compararse con vivir el presente.
Mis ojos, que bajo un rostro manchado y una barba larga veo más que tú; en eso tú ves basura; en cambio yo, con mis ojos de vagabundo veo un absoluto manjar. Saborear latas de conserva que encuentro en cubos de basura, saborear tomates, patatas. Aparentemente malos... Pero en mi situación no puedo mirarle el diente al caballo regalado. Despertar y ver una infinidad de personas nuevas cada día; catalogarlas en tipos, en colores de ropa, en altura... Así uno no se aburre. Pasear libremente por cualquier sitio; no necesito más que una fuente de agua cada cierta distancia y algo de comer con los céntimos sueltos que voy recolectando de los transehuntes.

Indigente, sí. Honrado, también. No hago daño a nadie poniéndome en la puerta de un mercadona o de un carrefour... Aquí viene el que al principio dije... Ese joven; Joe, que dijo que doy mal aspecto al estar en la puerta. A lo que respondo:
"Me pongo aquí para ganar algún euro joven"
El tipo que dijo eso tenía cartones bajo el brazo, cartones inútiles; para él. Le dije:
"¿vas a tirar esos cartones?"
    Y me respondió:
"Sí, es basura"
   yo le dije:
"No, no lo es. Dámelos a mí"
Extrañado me los dio y me preguntó:
"¿No es basura?"
   Yo alzando mis enguantadas manos por el frío le dije:
"los ojos de un vagabundo"
   A lo que extrañado me preguntó de nuevo:
"¿Qué quiere decir con eso?"
   Yo le respondí:
"Hijo, dónde tu ves basura, yo veo oro. Así son los ojos de un vagabundo".

Al final el joven entendió lo que le dije... Se sintió culpable de haberme llamado estorbo y me dio los cartones, estuvimos hablando un largo rato, yo perdía algunas monedas pues entraba y salía gente a cada rato, pero eso me daba igual, por lo menos una persona trajeada y elegante se detiene a hablar con un llamado "desecho de la sociedad"
Me contó parte de su vida, me dio, repito; los cartones y a parte veinte euros... ¡Vaya! Parece que comeré más y mejor durante unos días.
Además Joe quiere hacer un reportaje sobre mí en televisión, y quiere llamarlo:
"Los ojos del vagabundo".

sábado, 7 de febrero de 2015

Marvin Capítulo 3 parte 3. "Ambiciones".

Capítulo 3 parte III:
"Ambiciones".

Pasó la noche, y con eso el día siguiente. La señorita Tarles resultó ser una auténtica fiera, para sorpresa de Marvin. Como cada mañana, despedía a su invitada nocturna con la frase: "Esta noche vuelvo a llamarte". Pero que luego, nunca llamaba. Aunque tenía la sospecha de que a la señorita Tarles si iba a llamarla para alguna otra vez. Algo diferente tenía; tras ese apretado vestido negro con volantes y una preciosa cara limpia y con un elegante peinado.
A marvin le hizo pensar: "Sí se pone así de guapa para un carcamal como yo, ¿cómo se pondrá ante un verdadero caballero?"

Ya era la mañana siguiente Éste se retocaba la corbata frente a su espejo, y el descolocado flequillo que le caía sobre las cejas se lo retocaba con laca. Preparado y bien vestido como cada mañana, salió por la puerta, esta vez sin la llamada de Morgan; pero con un mensaje de Gregor:
  "Si necesitas algo estaré en Abbey Adidstance."
  Era bueno saberlo. Abbey Adidstance era una cafetería donde se congregaban altos cargos de los grupos policiales. Entre ellos; Sorbero, Gregor o el mismo Morgan; para hablar de algún caso; ayudarse con rumores o pistas entre cafés calientes y donuts. A Marvin no le gustaba ese ambiente, eso de compartir información de su propio caso. Así que pocas veces acudía.
  Marvin estaba yendo camino al café Master Of Paradise; para su café con bourbon de cada mañana, donde se sentaba con el cubo en sus manos para voltearlo y girarlo haciendo combinaciones sin sentido, buscando pensar... Pensando más allá de sí mismo...
"El disparo a Morgan".
"La forma en la que sometieron al señor Andrews para montarlo en el coche".
"La falsa inválida señorita Clara". Todo eso le pasaba por la cabeza en cada movimiento... ¿Por qué vino Clara a culpar a Theressa Andrews? ¿Por qué fingió ser inválida? Preguntas que rondaban de forma constante y que necesitaba responder; ansiedad y estrés paseaban por su cabeza. Necesitaba otra pequeña raya de cocaina para seguir con el caso...
Morgan le telefoneó con voz urgente; los federales habían detenido al presunto culpable del disparo a Morgan. Marvin se dio prisa para interrogarle; rompiendo con el mono y con todos sus pensamientos y centrándose en el caso.

Marvin llegó y enseñó la placa a izquierda y derecha. Cruzó el pasillo, tomó el ascensor y en un santiamén estaba en la habitación contigua de la habitación interrogatoria.

  -Hey -Saludó Marvin.
  -le esperabamos Detective... Ahí está la basura. -dijo Charles con una taza de café en su mano-. Se llama Adrián González, Colombiano; drogadicto y ladrón. -Charles vaciló, alzó una ceja y miró a Marvin-. Todo un fichaje
  -No por que sea drogadicto tiene que ser basura; -Marvin bromeaba-. míreme a mí
  -usted... Bueno. -Dijo Charles en voz baja mientras se metía la camiseta por dentro-. No es un ladrón ¿verdad?
  -hoy sí; voy a robar el turno a usted, -Señaló Marvin, saliendo de la sala y pasando a la habitación interrogatoria-. voy a interrogarle yo primero
  -Pero Marv... -No dijo más, pues cuando quiso reaccionar Marvin ya había salido-.

Marvin abrió la puerta de la habitación insonorizada y del enorme cristal tintado que se hallaba en la pared, a la derecha de ambos.
  -Adrián González ¿no? -Preguntó Marvin
  -Sí -Adrián Vaciló, sentado con los pies sobre la mesa.
  -Parece que la has liado parda -Marvin se puso serio-. ¿no Joven?
  -Dímelo tú... -Adrián vacilaba-. Viejo
  -¿Viejo? ¿Acabas de llamarme viejo? ¿Tan mal aparento estar? -Preguntaba marvin exaltando los ojos y haciendo exagerados ademanes-. Aún no he tocado ni de lejos los cuarenta.
Adrián fue claro.
  -¿Qué demonios quieres?
  -Algo realmente fácil; -Marvin tamborileó los dedos en la mesa-. Tienes que confesar. A cambio tendrás tres años de cárcel en los que yo mismo te traeré tu dosis diaria, de lo que sea. ¿Trato? -Marvin le extendió la mano.
  -Yo no he hecho nada tío, -frunció el ceño-. me confunden con otro
  -¡Vaya!... Creía que aceptarías. Ahora tendré que hacerlo por las malas. -Marvin se sentó mas comodamente y se reclinó en la silla-. Dame tus manos, pon las palmas hacia arriba, si no eres culpable no tienes nada que temer; si te resistes; prepárate a pasar muchas noches aquí
  -no estoy detenido según el decret... -No pudo acabar la frase, Marvin intervino antes.
  -¿Decreto? Hijo... Cuando empieze este análisis rogarás que te meta en la cárcel más pacífica de la zona
  -Vale... A ver qué se dedica a hacer.

Marvin pidió a Adrián González que extendiera sus manos con las palmas hacia arriba. Marvin se remangó y puso sus pulgares sobre las muñecas; para captar el pulso de Adrián. Comienza el interrogatorio.
  -Dedícate a responder; no te desvíes. Y en preguntas de sí o no, dedícate a Afirmar o a negar; ¿de acuerdo?
  -Sí...
  -¿Dónde estabas ayer a media tarde? -Marvin agitó la mano, un ademán para ajustar la probabilidad-. Sobre las ocho.
  -Trabajando.
  -¿En qué trabajas? -Pregunt rapidamente
  -En... -Titubeó y tartamudeó-. En una carnicería
  -¿Tienes familia aquí? -Lanzó esa pregunta y Adrián se puso nervioso.
  -Sí
  -¿Clara González?
  -No... -Adrián Vaciló-. No la conozco
  -No te he preguntado si la conoces, te he dicho que respondas; sí o no.
  -No.
  -Bueno hijo... No necesito seguir. Si vas a mentie creo que te espera una buena temporada en prisión si no colaboras
  -¿Qué diablos dice?
  -Sabes hijo... -Marvin comenzó a explicar con el cubo en sus manos-. cuando una persona miente; involuntariamiente mueve todos los músculos de la cara; cejas, comisuras labiales, nariz, parpadeos. Tú lo has hecho. Aparte del pulso; al formular la pregunta que te puede meter en una encerrona tienes un pulso más acelerado. Tú lo has tenido, mas acelerado. La voz; el titubeo, la vibración del tono... Sin querer me ha confesado que sí es familiar de Clara, y... Disparó usted a Morgan. Es más, no trabaja; si a las ocho estuviese trabajando en una carnicería, esa carnicería debe ser realmente afamada y conocida por sus ventas, pues todas las carnicerías cierran a las séis; compruebelo. Estoy dispuesto a asegurar qué... Usted mató al señor Andrews; cosa que aún, no sé como, he mirado sus huellas y el tatuaje de su cuello. Significa que perteneces a una banda ¿cierto? Eres un sicario de la banda Skapponers... Por lo tanto viendo sus huellas, qué no tiene; es fácil indicar que se las quemó con sulfúrico, buen método, pero doloroso ¿verdad? Me reitero en decir que usted es el asesino, pero aún no sé cómo.
  -No sabe cómo... Pues hasta entonces detective, creo que debe soltarme. -Entonces el joven se levantó-.
  -pero... -Dijo Marvin en voz alta-. Antes de irse. Déjeme pensar. -Marvin se sentó enfrente con su cubo durante unos minutos, Adrián se impacientaba y justo cuando iba a decir algo; Marvin dejó el cubo con las caras Blanca y Azul completas-. Voy fuera un segundo, déjeme comprobar una cosa...

Marvin salió, y fue a buscar a Gregor, que ya estaba por ahí rondando sin tener nada que hacer.
  -Gregor, ¿puedes comprobar si el chico tiene pertenencias aquí?
  -Una mochila, con un par de geringas, eso es todo
  -Házmela llegar. Quiero comprobar algo.
   Marvin tomó la mochila y miró en su interior... Sorpresa, su rostro estaba lleno de satisfacción. En unas tres horas, hicieron unas pruebas sanguíneas en una de las jeringuillas que resultaba aparentemente vacía.
Marvin, sin explicar el por qué a nadie, entró de nuevo a la habitación interrogatoria; hablando con el chico todos supieron cual fue la adelantada teoría de Marvin.

  -Aropetinol, ¿cierto?
  -¿Qué? -Preguntó el Joven intimidado.
  -Han mirado en tu mochila Adrián; cosas interesantes; una pistola, dos jeringuillas; para uso personal. Y una sustancia aparte en una tercera jeringa, una rara sustancia derramada... Aropetinol, chico listo; no había caído hasta que me dio por pensar. El aropetinol; un suero que duerme brazos o piernas durante unas doce o dieciocho horas. No deja rastro en sangre; en absoluto. Demasiado dificil para el bueno del doctor Swan. Tienes todo en tu contra hijo. Pero... ¿Por qué hacer algo así?
Adrián se derrumbó. Confesó todo a Marvin.
  -Clara... Es mi hermana. Ella se acostaba con el señor Andrews.
Él le prometió casarse con ella y dejarle su dinero. Ella era ambiciosa; más de lo normal. Tuvieron una discusión; él iba a despedirla. Las ambiciones le pudieron a Clara; cambió su facturación; sus ingresos por ordenador a su propia cuenta. Él se enteró y discutieron; ella le dio un golpe brutal en la cabeza. Estaba vivo; me llamó a mí para acabar con él; le subimos al coche y le inyectamos aropetinol. El coche lo abrí de forma que pocos saben
  -La bola detectora de humo... Metísteis el cuerpo inconsciente, pusísteis el coche en marcha por el ordenador; velocidad automática y conducción manual. Accidente garantizado
  -Exacto... Parecía el crimen perfecto; accidente de coche y mi hermana heredando una fortuna de la que yo recibiría gran parte. Pasaron unos días y me enteré que estaban investigando.
Ese poli; Morgan, me perseguía; me puse nervioso y le disparé y con eso me delaté practicamente.
  -Se te olvida una cosa... ¿Por qué ella se inyectó Aropetinol?
  -Yo se lo inyecté... ella, ella quería despistar al poli que la iba a interrogar. Digamos... Aparentar ser inofensiva.
  -Pues lo hicísteis bien. De no ser por que ese poli que investigaba era mi amigo Morgan y yo, Adrián; el más sofisticado; si me permites decirte.
  -Ahora... ¿Qué?
  -ahora mandaremos un coche policial a por tu hermana Clara, y en cuanto a tí...bueno, Lo que dijiste; pudo ser el golpe perfecto, pero os topásteis con Jay Marvin y con Frank Morgan; el poli al que disparaste. -Cambió la mirada a la cristalera tintada de la habitación  y dijo en voz alta-. Que pase la noche aquí... Mañana tendrá juicio. Buscadle un abogado de oficio.

Marvin, el detective Marvin. Agotado; fisica y mentalmente, estaba en su despacho. No era tarde; las siete de la tarde daban en el reloj mientras él estaba con el cubo en sus manos y un vaso de Bourbon con hielo. Aburrido y cansado; se colocó la corbata y se miró el flequillo. Como por la mañana, pero en esa fría tarde noche. Casi sin pedir permiso fue al hospital a ver a Morgan, y a pasar la noche hablando con él. Hasta el día siguiente; en el que Morgan recibiría el alta médica y ambos se pondrían manos a la obra, eso sí; Morgan con un cabestrillo en el brazo. Siguiente caso para el alocado pero efectivo detective Marvin y para el doctor Frank Morgan.

viernes, 6 de febrero de 2015

Marvin Capítulo 3 parte 2. "Ambiciones".

Capítulo 3 parte II:
"Ambiciones".

Gregor ya cedía. Comprendía y aceptaba que Marvin; era mas listo y capaz de resolver hasta el caso mas complejo.
  En efecto, Marvin fue a visitar al forense. Al médico que miró dentro del Sr. Andrews; el doctor Swan. Éste redactó un informe de la autopsia post mortem del cadaver del antes mencionado; el Sr Andrews.
La visita fue fructífera. Ligera y llevadera; también decisiva. Marvin entró en el depósito de cadáveres recientes. El sr Andrews ya estaba enterrado; pero sus dientes, uñas y fragmentos de una especie de Goma o caucho negro que circulaba en su estómago, estaban en una bolsa de pruebas. Ante una mesa de acero inoxidable; el doctor Swan y el detective Marvin examinan y comparten opiniones.
  -Y bien detective, ¿qué opinión le merece esto?
  -estoy... Digamos pensando, a la vez que giro este maldito cubo pienso en hacer un... Puzzle, o rompecabezas imaginario para entender. Entender lo que tengo delante de mí.
  -Y, ¿cómo va? -Interrumpió al ver que Marvin seguía encerrado en los movimientos del cubo.
  -Por ahora sólo tengo la cara naranja, es algo complica... -el Doctor Swan le interrumpió.
  -me refiero a su... Rompecabezas mental
  -¡Ah! Claro. -Entonces guardó el cubo-. Verá, resulta que hace unas horas, con el detective Gregor hice una pequeña reconstrucción en la que estaban presentes estos mismos elementos. ¡Curioso! Mi más aproximada explicación es qué -cogió un diente con una mano enguantada- tal como se muestra en el diente, -señaló el diente con la otra mano-. Con esa especie de viruta negra alrededor, y tal como esos fragmentos negros de dentro del estómago puedo aventurar; tal como esta mañana, que el señor Andrews mordió el volante, tal vez para controlar el vehículo. Con lo que es posible que le maniatasen.
  -No, el cuerpo se hallaba sin ataduras en el coche, ni cuerda, ni cinta americana o celo. Nada.

Marvin se acarició la barbilla con el pulgar y el indice, con el codo apoyado en la palma de la otra mano.
  -Entonces... Bueno, el que todo lo sabe me dará alguna explicación
  -¿El que todo lo sabe?
  -Si, el todopoderoso APCOAS

El APCOAS era: ARCHIVOS. POLICIALES. CLASIFICADOS. ALTAMENTE. SECRETOS.

  -ah... Bueno detective. ¿Y de las uñas qué opina?
  -¿Tienen fibras o carne? -Dijo Marvin que jugaba con los senos de un cadaver de mujer recientemente muerta-. ¿sangre quizás?
  -Tienen un poco de sangre. -El doctor Swan alzó la vista y se sorprendió al ver a Marvin jugando con aquella mujer-. ¡Pero señor!, ¿qué hace?
  -Es curioso eh, incluso después de muerta tiene esta parte del cuerpo a una temperatura estable
  -¡Está loco! No toque a la señora pentexas
  -oye no pasa nada, no se va a quejar ¿cierto?
  -¿Se lo toma todo a broma?
  -No, pero lo gracioso sí
  -Tocar los senos a una mujer fallecida no lo es sr Marvin
  -Ni siquiera son suyos, se nota que son operados.
  -si pudiera levantarse de seguro que le daría a usted una buena bofetada
  -no es para tomarselo tan a pecho, de todos modos lo tiene de plástico. El plástico no piensa
  -¿Le han dicho alguna vez que sus modos son inadecuados?
  -Si me dieran un dolar cada vez que dicen eso de mi, podría tener a todas las chicas operadas del mundo, como a ella, ¿verdad chica? -Dijo mirando a la difunta señora Pentexas
  -Es usted incorregible
  -Eso... Tambien me lo dicen mucho, bueno. Dejemos ya... A la señora Pentetas... Perdón Pentexas. Dejemos a un lado esto y dígame. Hay sangre ¿cierto?
  -Sí, la hay. La mandamos examinar pero no hay código genético. Es decir; no pertenece a nadie.
  -A nadie... O a alguien que no tenga papeles o no esté registrado. Ya examinaron el tubo de pastillas de cafeína en busca de huellas y tampoco... Nada. Creo que estamos ante un caso realmente difícil. Una conspiración, un asesino detrás de todo esto. ¿Quién ordenó matar al señor Andrews? Todo un misterio de momento. ¿no cree doctor Swan?
  -Creo detective que si de verdad hay un asesino; es torpe.
  -¿Por qué dice eso? Podemos estar tratando ante un sicario profesional. Alguien que se borró las huellas con ácido sulfírico, por ejemplo. De ser así... Nada más puedo decir, qué claro queda. Lo ves, se ha quedado blanca la señora Pertexas, a ella le escama todo esto.
  -sí... Seguro, ¿ahora qué hará Marvin?
  -Pues buscaré la forma en que introdujeron al señor Andrews en el coche, -miró su reloj-. Si no se me ha adelantado Morgan, que seguramente si.
  -Vaya usted, detective. Cuando tenga noticias nuevas, ¿le importaría avisarme?
  -Por supuesto. Creo que en breve tendré que llamarle, hallará noticias mías en breve.

   Sin decir otra palabra, salvo "adios señora pertetas", Marvin salió a fuera. Fue a su despacho, en el camino no dejaba de darle vueltas. Montado en su Chevrolet Camaro le daba vueltas a su cabeza a la vez que al cubo. Hasta que un control policial que no pudo burlar le detuvo; como detective no tenía ningún tipo de preferencia policial. De modo que le bajaron del coche con tres gramos; con el cubo en sus manos mientras conducía y sobrepasando la tasa de alcohol en sangre.

"Incorregible, eres incorregible". Decía Morgan cuando fue a pagar su fianza.
  -No debería ser usted así detective, tan dado a las drogas y al alcohol.
  -supuestamete era usted quien debería meterme en vereda, que esté así es culpa suya. -añadió Marvin sonriendo, que era incapaz de permanecer serio-. Esfuérzese más por hacer de mí una persona.
  -Marvin, esto no es un juego; muestra seriedad
  -Crees que no lo hago. He dejado que me cogiesen a propósito
  -¿Cómo? ¿Por qué? Qué pasa. ¿Se aburría?
  -Ni mucho menos mi querido Frankie... Realmente lo he hecho para continuar con el caso, aunque te parezca lo contrario
  -Pero ¿cómo? Explíquese Marvin
  -al ser detective, uno tiene ciertos privilegios, ya lo sabes. No te ponen en un calabozo normal. Eso es para maleantes
  -O sea, para alguien perfectamente como usted
  -No interrumpa y escuche, Morgan. La cosa es que no me han encerrado, simplemente me han esposado a una caldera, a la tubería de cobre de la caldera, entre el hueco de la pared y la tubería
  -vaya al loro Marvin
  -Bueno. Me han esposado ahí; una sola mano. La otra estaba completamente libre, con lo que estaba en una mesa de un poli que ni conozco, ante un ordenador. He accedido a los archivos policiales recientes de la APCOAS y ¡bingo!
  -Y ¿cómo sabía que le iban a poner en alguna zona así y no en una celda?
  -Actúo, luego pienso, querido Frankie
  -Marvin; Frank a secas. Y otra cosa; eso no es excusa. Podía haber ido a preguntar como detective. Sea sincero
  -Bueno, siendo sincero, me han pillado bebido, colocado y distraído. Me aburría así que he seguido trabajando, hasta esposado he conseguido información, no toda pero si la que necesitaba. De ahora en adelante llámame Marvin Houdini
  -Y ¿que has descubierto? ¡Oh gran Houdini! -Morgan habló con notable ironía.
  -Carxantín
  -¿Carxantín?
  -Sí. Un relajante muscular muy fuerte para animales; caballos, leones, elefantes.
  -¿Qué quiere decir con eso?
  -Vaya Frank. Le creía mas listo. Pienso que el caso del Sr. Andrews fue asesinato. Quizá le subieron al coche con el Carxantín inyectado en brazos y piernas, no pudo moverse y entonces recurrió a conducir con la boca; mordiendo el volante, hay pedazos de goma del volante en los dientes y muelas de Andrews. ¡Ah! Y en su estómago.
  -Y como... ¿Como ha llegado a eso del carxan...
  -Carxantín. Fácil, resulta que buscando en archivos policiales; hay casos similares, para fingir accidentes tal vez. Buena excusa eso del Carxantín. Lo curioso es que Swan no ha dicho que se usó tal sustancia
  -Hablaré con él, fue el que hizo la autopsia, ¿deberíamos sospechar de él?
  -No lo sé, pero lo de hablarle, Morgan. Déjemelo a mí, le informaré del Carxantín yo mismo.
  -¿Por qué usted?
  -Por que se coger antes a un mentiroso que a un... -hizo una pausa para seguir hablando sobre algo que haría que Morgan declinase la idea de ir a ver al doctor-. Además hay sangre, mucha sangre
  -Ag... Que asco. -Puso un gesto de desagrado-. Me ha convencido
  -Voy a telefonearle, volver allí es... Ir otra vez allí es... ¡Oh! una rutina tonta
  -Es lo que tiene ser detective; Pasar mil y una veces por algún sitio.
  -Yo soy la excepción, Doctor Morgan. Déjeme aquí mismo. Voy a merodear alrededor de la residencia Andrews y luego le telefonearé
  -Será mejor que vaya a verlo, yo estaré con Hollow, con la subteniente Lindsay.

Marvin pensó en la anterior escena con el doctor, jugando con los senos de la difunta señora Pertexas. "evidentemente es mejor llamarle, no querrá verme por allí" pensó Marvin

  -Creame, mejor le telefoneo. Morgan y Hollow... Le vendrá bien compañía femenina
  -Usted siempre tan puntero Marvin. Anda baje; es aquí.

Marvin no se demoró un segundo en telefonear al veterano doctor Swan, en busca de una lógica explicación.

  -Detective Marvin. Digame, tiene noticias
  -me arrestaron hace un par de horas y bueno; si, tengo noticias
  -¿le arrestaron? Como que le arrestaron
  -Cocaina, bourbon; mezcla explosiva al volante
  -¿Y quien más lo sabe? es decir; me ha llamado para que vaya a buscarle
  -No, le llamo desde un teléfono público. Estoy en Church Street; cerca de la casa de la señora Andrews.
  -¡Oh! Y que quería
  -¿Conoce el Carxantín?
  -Sí. He oido hablar de el. Un fuerte calmante de animales, se han dado casos en los que lo han utilizado para secuestros a personas; violaciones; operaciones de órganos para el mercado negro. ¿Por qué lo pregunta?
  -creo que al señor Andrews... En fin. ¿Ha comprobado usted si pudieron inyectarle Carxantín?
  -No hice una autopsia de elementos sanguineos, se trataba; aparentemente de un accidente. Puestos a investigar, llegó usted asegurando que era un asesinato y todo se vino patas arriba
  -entonces no hizo una prueba de elementos en sangre
  -No; pero si le tranquiliza, le gustará saber que el Carxantín deja unas pequeñas marcas redondas en la piel; de tono anaranjado. Las deja unos tres o cuatro días. Si le consuela saberlo le diré que el Sr Andrews no las tenía; así que descarto el uso del Carxantín.
  -Bueno; un río menos al que meterme. Quedan aún siete o ocho ríos
  -¿Cómo dice?
  -Nada, pensaba en voz alta. Seguimos en contacto de acuerdo
  -A su servicio, Marvin.

Marvin daba vueltas por el vecindario; esperando alguna anomalía en la mansión Andrews; tal vez una salida a hurtadillas de algún otro hombre, tal vez de la misma señora Andrews. Buscando una excusa para llamar a la puerta.
Antes de que pudiera seguir sentado en el banco dando vueltas al incomprensible cubo de Rubik le telefoneó la subteniente Hollow, habían pasado un par de horas desde que Morgan se fue con ella a investigar.
  -Detective Jay Marvin al habla, ¿Dígame?
  -Subteniente Hollow. Marvin¿Dónde estás? ¿Andas ocupado?
  -En Church Street. Sentado sin saber que hacer aún, ¿por?
  -Es Morgan... Le han disparado
  -¡Dios! ¿Está bien? ¿Cómo ha sido?
  -Está bien, una bala en el hombro, iba detrás de un joven latino en una persecución y le sacó el Arma. Ya sabe que Morgan no es de sacar armas, es más de persuasión
  -Si lo sé... Pero... No se puede razonar contra una bala. Iré a verle en una hora. ¿En qué hospital está?
  -En el de la cuarenta y dos
  -Ah... Grandes recuerdos, conozco ese hospital, de cuando esnifé matarrat... -Dejó la frase a medias-. Ok. Pasaré a verle
  -Yo estaré aquí. Tambien tengo que hablar con usted, y con Sorbero. Órdenes del teniente Carrie, ha recibido un llamado de Swan.
  -Pues... En una hora, mas o menos, estare ahí. Voy a indagar en el asunto Andrews.

Una llamada de Swan... Tal vez sería por el numerito de la señora Pertexas, algo poco apropiado en cualquiera. Pero tratándose de Marvin; era el pan de cada día.
 
  Marvin pensaba, sin alegrarse; que tenía que posponer la cena con Morgan. Lo que le daba cierta ventaja para quedar con la señorita Tarles. Pero no se notó alguna emoción en su cara. Sin parecer tener algo mejor que hacer abordó la casa de la viuda señora Andrews, llamando a su enorme puerta de madera color caoba

  -Hola, ¿en qué puedo ayudarle?
  -Soy, Jay. Marvin, detective Jay Marvin. Estoy investigando la misteriosa muerte de su difunto marido
  -¿Misteriosa? No fue misteriosa, fue un accidente de coche
  -Señora, mi trabajo es investigar. Y a eso he venido; si me deja pasar
  -¿Tiene una orden?
  -no, solo si usted me deja pasar, podré hacerlo
  -Pase. ¿Quiere tomar algo?
  -No, se lo agradezco, digame... -Miró su enorme techo pintado imitando la capilla sixtina-. ¿Su difunto esposo... Era problemático, debía dinero?
  -No que yo sepa. Tampoco hablábamos mucho, sabe
  -poca comunicación... Primera prueba para indicar que es usted sospechosa de su muerte -inquirió Marvin.
  -¿me acusa de matar a mi marido?
  -en su entierro, usted... Según Clara; no lloró ni mostró algún sentimiento. ¡Curioso! -Hincó su dedo índice en el aire-. Me dijo también que usted trae hombres a casa. Que iban a divorciarse; siendo claros señora Andrews: tiene todas las entradas para este aeropuerto.
  -Clara... Me hablas de la misma Clara que se acostaba con él; su secretaria
  -Me extraña que siendo inválida, le apetezca acostarse con alguien
  -¿Inválida? ¿Perdone?
  -Clara; la secretaria de aires sudamericanos. Es inválida ¿no?
  -pues... No lo parece, encima de mi difunto marido no lo parecía
  -Pero... Élla
  -Élla se acostaba con él; desde entonces fue cuando comenzé a odiarlo. Yo siempre le fui fiel. En cambio... Usted viene aquí; me llama prostituta, interesada, y asesina. Y aún así quiero justicia y saber por que mataron a mi difunto marido; investigue a quién sea... Pero ante todo no deje de lado a esa zorra de Clara
  -No se me escapa una señora Andrews... Pero, lamento haberla prejuzgado, tendré más cautela la próxima vez. Digame, ¿Rita es su criada no?
  -Sí así es, es como de la familia
  -¿de la familia? Clara también dijo que era una persona... Complicada, y exasperante. Esa fue la palabra que usó
  -no, rita lleva con nosotros ocho años. Le hicimos los papeles y la dimos de alta. Está asegurada y bueno... Es alguien de confianza
  -Curioso, ella dijo lo mismo, pero llevándolo a su terreno, digame ¿cuánto tiempo llevaba trabajando Clara?
  -Unos veinte meses... Ahora señor Marvin, he de irme, es lo que tiene haberme quedado viuda; un sinfín de papeles qué tengo que arreglar. En fín...
  -Si tengo noticias nuevas le avisaré.

A Marvin le habían engañado. De la forma suficientemente inteligente para saber que estaba enfadado. Tomo un poco de su blanca cocaína, y se sentó en el metro de camino al hospital con el cubo entre sus manos y algo afectado por los efectos de esa sustancia estupefaciente. Tranquilo y despejado; estaba con el cubo y su dichosa cara azul, intentando completarla y a su vez la naranja y la blanca; Le iba mejor de lo que le iba hace unos días. La visita a Morgan fue breve; era tarde para estar en la calle con el frío habitual de Chicago, pero temprano para cenar con la señorita Francesca Tarles. Hasta las diez había tiempo de sobra para pasar un rato con Morgan y para hablar con Hollow y Sorbero; sobre, tal vez el comportamiento inapropiado de Marvin. Pero él, asintía. Y ahora sí, tenía en mente a Francesca Tarles.

Continuará...

jueves, 5 de febrero de 2015

Marvin capítulo 3 Parte 1. "Ambiciones.

Capítulo 3 parte I:
"Ambiciones".

En efecto, la cena no tardó en llegar, Marvin seguía dormido cuando sonó otra mañana seguida el teléfono y de nuevo era Frank Morgan que había tomado la costumbre de madrugar y despertarle. Marvin descolgó y lo primero que dijo fue:
  -dios... ¿Qué hora es? Y ¿Quién es?
  -son las siete, muy temprano para usted Marvin, soy Frank
  -las siete... ¿Pero esa hora existe? ¿A esa hora hay personas humanas despiertas? -Añadió en broma.
Morgan respondió con aire irónico.
  -No Marvin, somos los primeros. Y ahora le recomiendo que se vista, tenemos trabajo. Le esperan en su despacho a las 8:05
  -usted trabajando y llamándome concretando citas en mi despacho... ¿Esto que es una camara oculta?
  -no se haga el gracioso Marvin. Dese prisa, le espero a las ocho.
  -vale, pero de la tarde ¿no? -Marvin se reía por lo bajo.- Es una coña Frank.

Dejó el teléfono cuando la aguja dio las siete y cinco de la mañana, Marvin estaba super espabilado para la hora que era, una hora poco habitual para él. Despidió a una de sus novias; la de los Lunes. Se dió una ducha rápida con Guns And Roses sonando de fondo mientras el agua tibia caía por su nuca y su cuerpo en esa placentera ducha que le dejó como nuevo; eso y un vaso de Bourbon con soda y medio gramo que ya acabaron por relajarle del todo y hacerle sentir persona. Revisó todo; su maleta, su peinado, su corbata bien puesta y su cubo de Rubik en el bolsillo interno de su chaqueta haciendo un leve bulto en la zona de las costillas.
Todo listo y de camino a la central donde le esperaba Morgan más elegante de lo normal.
De camino en el metro, tenía el cubo en sus manos; haciéndolo girar. centrándose en completar al menos una parte... Estaba nervioso, le temblaban las manos. Marvin deseó como nunca que el metro parase y finalizase el trayecto para ir al servicio y relajarse con otro medio gramo. Frente a Marvin estaba una señora de aires gitanos con un destartalado vestido y unas largas uñas sucias con un gesto serio en la cara. Rompió el silencio hablando con Marvin
  -Le pasa algo en las manos... Está demasiado nervioso, deme su mano, puedo ayudarle. Soy pitonisa
  -Pitonisa, siempre pensé que la pitonisa era la hembra de la serpiente pitón. Igual que escarabajo y escaramuza.
  -Me da su mano o no, puedo leer qué le pasa por un precio razonable
  -Si acierta una sola cosa de mí le daré cien dólares
  -Veamos... El origen de sus nervios, según la curva de la arruga de su manos, segun estas grietas... Vé que en la palma de su manos; justo en medio parece leerse una letra M... Eso es miedo, tiene miedo de algo, está nervioso por que no es consciente de que tiene usted una fuerte bajada de tensión debido a una bajada de glucosa. Tiene usted azúcar. Me aventuro a decir de usted qué es abogado; seguramente casado aunque no lleve el anillo, y me aventuro a decir que tiene un hijo.
  -En una cosa tiene razón... En lo del miedo... Siento miedo si me pongo a pensar que tengo un hijo por ahí, perfectamente puedo tener alguno; tantas mujeres que ya he perdido la... -Dejó la frase a medias-. Soy detective Señora...
  -Señorita -Recalcó.- Tarles, Señorita Francesca Tarles
  -Pues como iba diciendo, soy policía, Señorita Tarles. No estoy casado; espero no tener un hijo por ahí... Y la razón de que mis manos tiemblen es de que necesito un gramo de cocaína; a ser posible acompañado de un trago de Bourbon.
  -Me temo entonces, que he hecho el ridículo no es así señor...
  -Marvin. Jay Marvin. Deme su mano, es mi turno
  -¿Me va a leer la mano?
  -No. Voy a examinarla; soy detective, lo de la mano es puro formalismo
  -De acuerdo. Si acierta algo de mí...

Marvin interrumpió y le miró sus oscuros ojos
  -Tenemos una cita, ¿de acuerdo?

A sabiendas de que esa misma mañana había dicho adiós a la enfermera que le atendió en el hospital. Había pasado la noche con ella y había quedado con ella para esa misma noche, ya que ella tenía el turno de mañana. Aún así Marvin se lanzó a por la señorita Tarles.
  -De acuerdo, comienze cuando quiera.
  -Uñas sucias, mano encallada, pelo grasiento, vestido casi harapiento... Gitana. Aunque bella, evidentemente oculta su belleza en ese estilo tan poco favorable para usted, quizá porque estuvo casada y su marido la golpeaba, la cicatriz de su ceja lo delata. No es grande pero se nota, no ha dejado demasiada marca. Esa actitud escondida y asustada indica que no confiará en un hombre durante mucho tiempo. De ahí que vista de forma que ningún hombre se fije en usted y en su escondido atractivo. Asustadiza y quebradiza como el cristal, aunque tal vez tambien dura y decidida, seguramente tiene spray antivioladores en su bolso por si las moscas ¿cierto?
  -Así es... Correcto en todo
  -Su nombre empieza por F; Falsedad; por que engaña a la gente. O Fogosidad; por que a pesar de todo creo que dentro de esa apariencia apagada hay una mujer fogosa. Prefiero la fogosidad ya que me debe una cita. Arréglese bien para esta noche, cenaremos en el Sud Simpson, esta es mi parada, he de irme.
  -Espere sr. Marvin
  -Sí...
  -le ha faltado algo... -Bajó la voz y contunió-. Tengo un hijo
  -Entonces lamentablemen... -No acabó de hablar cuando ella interrumpió.
  -puede quedarse con mi hermana -opinó-.
  -estupendo entonces -Marvin esbozó una sonrisa-. ¿Cómo se llama el crío?
  -Jay
  -¡Vaya! -Marvin se sorprendió, alzó una ceja-. Casualidad, yo me llamo Jay. -Marvin miró su reloj-. He de irme Señorita Tarles -miró su reloj por segunda vez-. Llego tarde
  -Vaya usted sr. Marvin.

Concretaron una cita, Marvin estaba mas atento al nuevo caso que a la joven Tarles, pero aún así le hacía ocupar gran parte de su pensamiento. Así qué antes de subir al otro cercanías fue a los baños públicos del metro y sacó un gramo. Mas nervioso que antes lo esnifó y se dejó caer apoyado en la pared, miró al techo con los ojos cerrados, ya que la luz le molestaba. Se quedo ahí un par de minutos, recuperando el pulso con las manos puestas sobre la cara. Finalmente se repuso y se subió al metro que le dejaba justo al lado de la central de inteligencia de Chicago.
  -Llega tarde Marvin -Morgan miró su reloj.- para variar
  -Me entretuve hablando Frankie, vaya pareces mas serio así, bien vestido. Preparándote para la cena.

"maldición" pensó Marvin. Esa noche tenía la cena con Francesca pero recordó que tenía la cena con Morgan. Un infortunio que no esperaba.
Frank Morgan habló en voz baja rompiendo los pensamientos de Marvin.

  -Límpiese la nariz, Marvin. -Dijo en voz baja seriamente-. Es usted incomprensible
  -Irresistible Frankie, -recalcó Marvin pasándose la manga de su chaqueta por la nariz -. Esa es la palabra -recalcó Marvin con una taza de café con Bourbon Irlandés
  -¿Qué tenemos Morgan? -Interrumpió Mickey Gregor.
Marvin preguntó extrañado.
  -¿Quién diablos es este?
  -Pregúntate quién eres tú muchacho enchufado- respondió Mickey poniéndose a la defensiva.
  -Frank, -Marvin acudió a su torre fuerte.- vas a consentir que ese bastardo me hable así.
Frank Morgan medió entre los dos hombres.
  -Chicos, debeis llevaros bien, hoy trabajareis juntos, Bommer os ha puesto juntos en este caso.- recalcó poniendose en medio del despacho con las manos en los bolsillos. Tranquilo. Viendo a Marvin a su derecha y a Gregor a su izquierda.
  -No trabajaré con un enchufado, -Sentenció Mickey Gregor.- lo siento Frankie. Son incompetentes y molestos.
  -Ni yo trabajaré con... Con quien me llama enchufado. -Marvin casi reía.- Que seas tan tonto de haber estudiado no es mi culpa.
  -apuesto cien pavos a qué resuelvo el caso antes que tú -Mickey se alzó de su silla en señal de valentía.
  -yo apuesto doscientos a qué me acabas pidiendo ayuda -Marvin seguía tranquilo con una sonrisa de medio lado en su rostro.
  -De acuerdo, prepárate para perder cien pavos -inquirió Gregor saliendo por la puerta.
  -como apuestes a menudo de esa manera tendrás que empeñar hasta a tu mujer -dijo Marvin con vagueza.
  -No estoy casado -contestó Gregor que aguantaba la puerta antes de salir.
  -No me extraña, con esa cara no debe ser facil eh, Gregor
  -Vete a la mierda drogadicto -exclamó Gregor elevando la voz y haciendo un corte de manga
  -¡Vaya! Sabes insultar... Te felicito. -Marvin cambió de tema casi sin darse cuenta.- esta noche hay cena ¿verdad Frankie? -Gregor salió por la puerta a regañadientes.
  -qué remedio... Pero ahora pongase manos a la obra Marvin
  -Está todo bajo control, ¿qué hora es? -Dijo bostezando y recostandose en el diván que tenía Morgan en su despacho.- bonito diván Morgan, es como estar en tu consulta.
  -Son las ocho y cuarto, Jay -Indicó Morgan mirando su reloj.
  -Ves Morgan. Es temprano -señaló Marvin poniendo las palmas de sus manos sobre la nuca entrelazadas y recostándose.
  -¿Qué tenemos hoy Frankie? -Preguntó Marvin bostezando. Se había acostado tarde, estuvo toda la noche con la enfermera del hospital haciendo cosas que no son muy médicas, digamos.
  -Hoy, Marvin. Lo primero será ir a tu despacho. -Morgan miró su reloj-. De hecho ya llega tarde.
  -¡Vaya! -Marvin se levantó de un salto-. Parece que no es tan temprano
  -Debería usted estar allí a las 8:05 y son las 8:15
  -¡Vaya! -Repitió Marvin mirando su reloj-. Entonces es tardísimo, voy rapidamente.

Marvin se dirigió a su despacho; situado a unos metros enfrente y pasando entre medio de alguna mesa de algún compañero de la central.
Desde fuera se veía una señora en silla de ruedas en el interior de su despacho. Una mujer joven y guapa. "lástima que sea inválida, qué desperdicio de mujer". Pensó Marvin.
Entró y se sentó en su silla giratoria. Se acercó a su mesa y dejó el cubo de Rubik encima de un montón de informes. El caso que le esperaba era su segundo caso. Se quedó atendiendo a Clara; la mujer inválida que estaba en su despacho.

  -Dígame Señora... -Marvin alargó la palabra "señora" frunciendo el cejo, tal vez esperando el nombre de ésta.
  -Clara... González, señor. -Respondió la señora con un fuerte acento latino.- Clara González
  - ¿cuál es su problema Sra. González? -Añadió Marvin. Marvin clavaba su mirada en el cubo que tenía en sus manos. Había conseguido completar la cara naranja.
  -Ésta mañana. -Explicaba Clara-. Iba a trabajar, cómo cada mañana, cuando me enteré que en la madrugada mi jefe; -Hizo una pausa para reponerse de sus suspiros-. El Sr. Andrews había muerto en un accidente de coche. -Clara estaba muy afectada-. Su mujer en el entierro no parecía muy triste. Me pareció extraño. Yo apreciaba mucho a mi jefe. La policía dice que le fallaron los frenos en el coche... Sospecho mucho de su mujer porque siempre andaban discutiendo. De hecho iban a separarse. No me extrañaría qué, ya sabe...
  -Usted dice... Es decir, acusa a la mujer de su jefe; de ser la presunta asesina. Tal vez un fallo en los frenos, totalmente justificado por que no... Y dice que ¿usted trabaja... -Marvin corrigió sobre la marcha-. Trabajaba para él? ¿De qué exactamente?
  -Era su asistenta. El señor Andrews y yo teníamos una conexión especial; el me contrató hace ya ocho largos años. -Hizo una pausa para recordar-. Me dio un trabajo y estabilidad económica, me sacó los papeles y me dio de alta para trabajar en buenas condiciones. Siempre le estaré agradecido. En cambio su mujer.. es testaruda, cuando  el señor Andrews no estaba en casa se traía amantes... Y, bueno. Ya sabe lo que viene.
  -Entonces... Usted era la asistenta del señor Andrews. ¿De qué forma le asistía? -Marvin alzó la voz un poco y exageró los ademanes de sus manos-. Es decir... Permítame expresarme con libertad y sin animo de ofender. ¿Qué tipo de asistencia le ofrecía? Ya que siendo usted inválida, -Marvin miró la silla de ruedas-. No me la imagino a usted limpiando los muebles de esa enorme casa. -Hizo una pausa-. O el suelo.
  -Era su asistenta personal. -Corrigió Clara-. Él era abogado, siempre tenía su despacho desordenado y con papeles por todos lados hasta que me contrató. Era su asistenta en su entorno de trabajo, no en la casa. De eso se encargaba Rita. La Exasperante Rita.
  -Entonces era usted su secretaria. -Recalcó en alto la palabra secretaria haciendo un ademán con la mano-. ¿Quién es esa tal Rita?
  -Rita es la... Digamos la criada. Se encarga de las tareas en la casa, y era exasperante hasta para el Sr. Andrews, que era una gran persona.
  -¿eso es todo señora González?
  -Si, creo... Que sí
  -entonces, gracias por su colaboración. Investigaré a la señora Andrews y... Bueno, permanecemos en contacto señora González, si hay novedades la avisaremos.
  -Muchas gracias detective Marvin. Espero que se haga justicia.

Marvin ayudó a Clara a salir, se quedó solo en su despacho. Con los dedos entrelazados y los brazos descansando en la mesa. La cabeza le daba vueltas. Taconeaba sus zapatos contra el suelo ante tanto nerviosismo. Se levantó y corrió sus cortinas tapando su despacho para tener mas intimidad mientras esnifaba una blanca linea de cocaína. Se limpió la nariz, respiró hondo y se sentó de nuevo; con el cubo de Rubik en las manos hasta conseguir pensar algo. Pensar algo de utilidad. Cuando... ¡Bingo! Decidió ir a la comisaría policial de Chicago para informarse más sobre el caso. Se aligeró pues pensó que Gregor tal vez podía estar ya allí.

Marvin cruzó la comisaría enseñando la placa a todo lo que se movía; hasta a un detenido esposado sentado en un banco blanco sobre una pared azul cielo. Fue hasta una ventanilla dónde le atendió Matt; el poli bobo de la comisaría.
  -Buenos días soy el detective Marvin, busco a Sorbero. Al capitán Sorbero.
  -Sí señor. Espere, está atendiendo al detective Gregor
  -Me lo temía. -Marvin burló la prohibición de esperar y se adentró en el pasillo que conducía al despacho de Sorbero-. Lo siento mucho pero voy a tener que pasar
  -Pero señor...
  -Sé bueno muchacho, yo tambien tengo una cita.

Marvin cruzó el pasillo con Matt detrás suyo llamándole la atención y Marvin le ignoraba diciendo: "bla bla bla" mientras avanzaba buscando el despacho donde estaban reunidos Sorbero y Gregor.
Marvin abrió la puerta como si estuviese en su casa. Interrumpiendo la conversación entre ambos.
  -Hola señor Sorbero.
  -Que demonios haces aquí Marvin. -preguntó Gregor-.
  -Señor sorbero, se me ha escapado -alegó Matt en su defensa.
  -No pasa nada hijo, sal y cierra. -Ordenó el capitán.
Marvin ni siquiera saludó a Sorbero. Se dirigió primero a Gregor.
  -¡hey Gregor! Te has adelantado esta vez pero recuerda; me acabarás pidiendo ayuda.
Sorbero intervino en la conversación.
  -Detective Marvin... -Éste ofreció su mano para que Marvin la estrechase-. Mucho gusto en conocerle. Dígame, ¿a qué debo el placer de su visita?
  -Placer... Suplicio, diría yo -opinó Gregor-.
  -Gregor... -Marvin miró directamente a Gregor, volviendo a pasar de Sorbero que permanecía de pie, tal vez esperando su respuesta-. Te invito razonablemente a que te vayas donde sé que estás deseando ir
  -A la mierda te irás tú
  -¡Oh! Siempre llevas todo por el mal camino. Sé por que estás aquí, por lo mismo que yo. Aunque yo soy mas listo que tú. Ibas al depósito a ver el coche con el que el Sr. Andrews se mató. Para buscar pistas de si fue accidente, asesinato o suicidio. Vayamos entonces, este caso, quieras o no; es de ambos.
    Gregor agotó su paciencia. Gimió y dijo:
  -Eres incorregible, Marvin
  -Irresistible, Gregor. -Marvin alzó el dedo índice-. Es la palabra que buscas.
Sorbero lidió entre ambos, diciendo lo que ambos querían oir.
  -Bueno caballeros, dejémonos de vacilaciones y acompáñenme al depósito ¿quieren?

Salieron afuera. Seguidos de Sorbero. Fueron en el coche del capitán Sorbero al depósito de coches destrozados. Marvin en seguida identificó el coche, pero se sentó esperando a que Gregor lo encontrase. Pasó una media hora y Marvin estaba sentado con el cubo en sus manos resolviendo la cara azul cuando la naranja se dividió de nuevo. Marvin frunció el cejo. Molesto, se levantó guardando el cubo en su chaqueta y Gregor todavía no había identificado el coche.
Marvin fue más listo, alzó la voz y exclamó:
  -Bueno Gregor. Ya me he aburrido, el coche es ése. -Dijo señalándolo con el dedo índice-. Lo sé desde que he entrado
  -¿cómo demonios lo sabes Jay? -Gregor tuteó a Marvin, quizá para ofenderle pero no pareció importarle.
  -Es simple; coche de lujo, color grisáceo. Fuertemente dañado en la parte del conductor; te recuerdo que en el informe pone que salpicaron ciertas virutas de pintura del coche en el quitamiedos de la izquierda antes del fuerte choque. Es decir; no hubo frenazo... Interesante
  -¿Qué opina de esto detective? -preguntó Sorbero para no sentirse desplazado, señalando el desgastado disco de freno de una de las ruedas.
  -Bueno... Es dificil asegurar un corte en los frenos. Parecen intactos pero... -Marvin cambió el tono considerablemente, haciéndolo mas llevadero para darse a entender-. Bueno siempre puede haberse manipulado el sistema electrónico.
  Gregor se dirigió a Marvin sin mirarle a la cara. Se estaba mirando las uñas apoyado en una agrietada pared del depósito.
  -bueno Jay, en eso te doy la razón
  -Ah... Ahora me tuteas
  -No os podeis llevar bien... ¿ni un rato? -Dijo Morgan que apareció en el depósito ante sus espaldas.
  -Vaya -exclamó Marvin-. Mira quien se ha dignado a aparecer, ¿como supiste que estaría aquí?
  -Pura deducción. Soy psicólogo recuerdas. Practicamente pienso lo que tú piensas
  -Si fuese así querido Frankie... Estarías viendo a Gregor con cuernos sobre su cabeza
  -Vete a la mierda Marvin. -Dijo Gregor alzando el dedo corazón haciendo un corte de manga-.
  -¿Estás preparado para pedirme ayuda Gregor? Ya he hecho una reconstrucción mental del accidente y... Nunca fallo
  -Vete al infierno Marvin
  -¿qué hay allí para mí? -se preguntó alzando los hombros-. Nada. Prefiero quedarme gozando de las caderas del mundo ¿no crees Frankie Morgan?
  -Marvin... -Morgan sonó serio-. O Frank, o Morgan. Los dos juntos no. ¿De acuerdo? Y nada de Frankie.
  -¡Vaya! Me recuerdas a Watson; el compañero de Holmes. Siempre tan recto y serio.
  -Tú en cambio no te pareces en nada a Holmes. Eres incorregible -dijo Morgan alzando las cejas
  -nadie entiende... -Marvin siseó-. Irresistible, Morgan. Es la palabra que buscáis.

Gregor entró en medio de la conversación haciéndose notar.
  -Mi diagnostico es qué perdió el control del vehículo. Aquí hay pastillas para evitar dormirse. No hicieron el esperado efecto y se la pegó. Y al fin. Durmió eternamente, no hay mucho más.
  -Muy simple Gregor. Creía que eras mas inteligente. Además... ¿Diagnóstico? Esa palabra suena a Médico... A médico tonto; esas pastillas; Tienen nombre. Se llaman antisomniferos; para ser exactos, -Marvin tomó las pastillas del suelo del coche- son pastillas de cafeína. Masticables como un chicle, la solucion sería preguntar a los medicos forenses si encontraron esos chicles en su estómago.
  -¿cuál es tu versión Marvin? -preguntó Morgan
  -Es mucho mas... Aventurando a lo complejo. Digamos que hay una conspiración; -Marvin procedió a explicar-. Hombre rico; su mujer qué... por lo que he oido, odiaba a su marido. Ves estas especies de fisuras en el volante. Es como si lo hubiese intentado morder. Agáchate y mira bajo el coche, Gregor
  -¿Para qué? -Gregor vaciló.
  -Tú hazlo. Mira sí... Más o menos al lado de esa rueda hay una bola redonda hacia fuera que huele a quemado.
Gregor se levantó y afirmó
  -Sí. La hay, ¿por qué? No se dónde quieres llegar.
  -Los coches de lujo no se abren normalmente. Por eso son de lujo. Esa bola controla, o regula el nivel de seguridad del auto. Es totalmente antirrobo. Pero si hay fuego dentro del coche o fuera de el y estás atrapado sin poder salir; esa bola al quemarse o al atrapar cierta cantidad de humo, activa el automatismo de las puertas y se abren solas. Hicieron eso para ser más seguro, pero realmente lo hicieron más vulnerable. Quemaron esa bola; el coche se abrió y hackearon el sistema de frenos; anulando el pedal y el freno de mano en el ordenador de a bordo del coche... Coches de lujo... -Marvin movió la cabeza a los lados, para indicar que ese sistema era inutil-. Por lo demas aún... No tengo nada más que decir. Lo del volante mordisqueado lo investigaré. Tal vez sea por que lo maniataron y le subieron al coche. Pusieron el auto en conducción híbrida; velocidad automática y control manual. Quiso controlar el volante con la boca y... Bueno, he aquí su final. El señor Andrews en la tumba y la señora Andrews con todo su patrimonio para vivir en paz y agusto trayéndose amantes a casa. Me aventuro a decir que algo así pasó... Sino hay mas que decir, voy a visitar al forense. Quiero que me enseñe lo que había en el estómago del Sr. Andrews.
   Marvin ya salía por la puerta cuando le agarraron del hombro; era Gregor.
  -Marvin espera. -Gregor sacó su Cartera-. Creo que... Te debo doscientos pavos. Necesito tu ayuda
  -Ahórratelos Gregor. Quedamos mañana para seguir con el caso ¿de acuerdo?

Continuará...