lunes, 2 de marzo de 2015

La ceremonia de los vikingos.

¡Hoy es el gran día! Todo preparado y todo listo para que Burlón y Carpentina unan sus almas ante los dioses que honran a la familia; Odín por parte de Burlón. Y Sannah por parte de Carpentina.
Una gran ceremonia en la que no faltan los soplos a pleno pulmón en los cuernos vikingos donde alguno bromea y echa aguamiel dentro de algún cuerno para que alguien beba o se atragante.
Cerveza, cerdo asado, tripas de dragón y sobre todo doradas copas de vino que relucen con el anacarado tono de la enorme mesa cuadrada donde estamos reunidos; algunos sentados degustando patas de cordero y otros encima de la mesa; saltando, brincando y celebrando el enlace de nuestro gran amigo Burlón y de la hasta ahora poco conocida Carpentina que está extasiada y agotada de tanto bailar con su amado y con sus familiares mas cercanos, todos derraman su bebida encima de los novios junto con escamas de dragón para desearles suerte en su vida; en el camino que van a emprender juntos.

Todos bailan mientras suenan las gaitas y los golpes en la mesa con las plateadas jarras haciendo un ritmo a la vez que cae la cerveza y se adentra en las agrietadas fibras de madera de la desgastada mesa de grandes dimensiones.
Es una ceremonia perfecta; el novio luce su mejor traje en esta noche de enlace; el traje de batalla que le dio su abuelo de cuando luchó por la conquista de aguas mediterráneas contra el legendario capitan pirata Danilo Binest.
Un traje de batalla tallado en oro y plata con detalles de navíos y de Poseidón, dios del mar y dios al que Burlón adora.

La novia en cambio luce un largo traje blanco como las nubes reflejadas al sol, con detalles estampados de un suave color violeta adornando las mangas y el velo del magistral traje que cubría su desnudez. Con el estandarte de Sannah pintado con sangre de alce en la parte superior de su mano derecha.
Noche de ceremonia Vikinga donde todos los jovenes nos reunimos para estar con las otras jovenes que nos sulibellan con su agradable presencia. Karendra no deja de mirarme mientras que mi primo Surgo tiene su brazo sobre mi con una jarra de vino; borracho y tambaleándose, consigo quitármelo de encima. Apreto mis botas y me acerco a Karendra... Quien sabe... A lo mejor en breve hay otra ceremonia Vikinga.

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