domingo, 16 de noviembre de 2014

Un Angelito Sobre Mi Hombro.

Salió de casa enfadada, consciente de que sus padres tenían razón pero por orgullo tomó la salida de la puerta de su casa y al pegar ese portazo se rompió el cuadro del cristal que cubría la puerta, y sin mirar atras se fue de nuevo a la causa por la que habían discutido, las drogas...
Ella era de su madre la alegría, y de su padre la niña de sus ojos, pero se estaba convirtiendo en una muñeca de porcelana que si se cae al suelo se quebraría... ya no tenía ese tono de felicidad en su rostro, ya no tenía ese angelito en su hombro que le decía lo que era peligroso y lo que no.
Su día a día era un gramo circulando por su tabique nasal, hasta la carretera de su cerebro, llegando a la autopista del olvido, lo hacía para olvidar una desgracia que la llenaba de culpa y lamento en sus noches, pero atarse a las drogas no era la solución... a pesar de que le hacía olvidar momentáneamente la desgracia por la cual anda muy triste.

Ella camina calle abajo con la única compañía de las negras farolas que dibujaban su sombra en el suelo, con la cabeza tapada con esa capucha de su sudadera gris y las manos en los bolsillos mientras cae una calmada lluvia y esas frías gotan la empapan, pero ella no sube el ritmo, no se inmuta a pesar de que es consciente de que llegará empapada, empapada a la cutre casa donde se reunía con otras personas a consumir.
Lo que le empujaba a hacerlo, a consumir cocaína, era su hermana.
Hace apenas un año fallecía ahogada en un lago cercano, varios días despues encontraron ya su cuerpo sin hálito de vida, esto afectó mucho a Karina, que para olvidar se sumió en el profundo pozo de las drogas ignorando que era mucho peor. Ella estaba en la casa, preparándose una raya con una tarjeta de publicidad, cuando de repente entró Diana, amiga de Karina y se sentó a su lado en ese desgastado sofá y encenciéndose un cigarro adulterado de thc le pasó el brazo por encima.
"¿recuerdas cuando eramos niñas Karina?", Le dijo Diana.
"Sí, pero prefiero no recordar el pasado Diana, déjame en paz", y quitando el  brazo a Diana de su hombro se levantó con cierta sensación de malestar y mareo.
Diana, incansable, fué a ayudarla tomándola de la mano y vió que Karina tenía dibujados dos corazones en la mano y comenzó a reirse.
"¿Eres una cría pequeña o qué?" Dijo en tono de burla,
Karina no lo pensó dos veces y entre lágrimas cerró su puño y le propinó a Diana un directo en la nariz, Karina salió de la casa llorando y con una sensación de malestar, ahora mas que antes y no pasan unos trescientos metros cuando un dolor de estómago le provoca vómitos con sangre.
Apoyada a una furgoneta vomita un largo rato mientras sigue cayendo la lluvia sobre su cabeza... observa su mano y el dibujo calcado sobre ella se va borrando... ella llora y sufre, las drogas no son la solución y aún no había olvidado a su hermana y ahora es consciente de ello pero ya es tarde... está decidida y encerrada en su idea de que no pasa nada, de que no le va a hacer mal alguno, camina hasta perderse en un bosque que no conocía y casi sin darse cuenta se adentra en ese bosque donde deja de llorar y comienza a caminar en dudosa dirección, todo allí es extraño pero preciosamente mágico... seducida por los efectos de las drogas, alcanza a ver árboles con hojas en forma de mariposas batiendo alas a todo color, mariposas con millones de pétalos cual rosas de orquidea. Escarabajos que sobrevolaban por el bosque desprendiendo una ténue luz azul. La tierra que pisaba, era hierba de un tono dorado brillando a cada paso que daba y el cielo que sobre su cabeza tenía era de un color violeta y en el cielo águilas del tamaño de un gorrión sobrevolaban elegantemente el cielo, y un colibrí con seis alas chupaba el néctar de el excremento de una jirafa de tres cabezas, un elefante con cabeza en forma de hacha y un pez globo fuera del agua que se vaciaba en lugar de hincharse sobrevolaba también alrededor de un bonsai de hojas negras de las que se alimentaba un centauro. Hadas de todos los tamaños y todos los colores escoltaban a Karina. Entre todas las hadas predominaba el color verde. Un cíclope y una criatura llamada bortad que solo tenía una pierna, solo un brazo, solo un ojo, solo una oreja y solo un agujero en la nariz en medio cuerpo. Ella al ver eso se asustó y procedía a retroceder cuando apareció un unicornio negro y detrás de él un bicornio alado de un tono grisaceo con unos preciosos ojos negros donde se veía su mismísimo reflejo y dos cuernos dorados de forma cónica y montado sobre él había un angelito, el angelito que perdió cuando dejó de lado su conciencia.
"Puedes dejarme aquí Gádor, vete ya", dijo el angelito.
Karina extrañada dijo: "¡hablas!", a lo que el angelito afirmó: "sí, como tú, qué creías, "¿qué eras la única?".
"¿Esto es un sueño?", preguntó Karina.
"Solo lo será si quieres que lo sea, ¿me acompañas a dar un paseo?". Dijo el angelito tomándola del dedo anular.
Ella dusosa se dejó llevar, el angelito la lleva a un lugar que a ella le resulta familiar, tal como un Deja Vû ella agrega: "ya he estado aquí antes, es mi colegio, hace unos seis años, ¿no es así?".
El angelito afirmó diciendo que la trajo allí para que viera el contraste, para que viera en lo que se había convertido, de la felicidad que antes tenía, jugando en los columpios y siempre sonriendo, ella se echó a llorar, agregando que ya no era como antes desde la muerte de su hermana, el angelito la llevó al cumpleaños de su hermana, el último antes de fallecer ahogada. Por unos instantes mientras llora también tiene gestos en los que hace una mueca de felicidad, al recordarla, cuando su hermana abría sus regalos y le daba un abrazo a Karina, y cuando su hermana le dibujaba dos corazones en su mano con las iniciales de ambas. El angelito la llevó al presente, donde el panorama cambiaba, ahora era todo tristeza y el color que antes había en el recuerdo se desvaneció y se llenó de un gris taciturno y lúgubre, cada día mas triste y más triste, recuerdos de escenas en el tanatorio, del llanto y la impotencia de Karina y de sus padres a los que quiere pero repudia.
El angelito por último la llevó a una habitación y allí en tres ventanas le mostró tres posibles futuros; el futuro en que ella seguía tal como ahora, abusando de las drogas e ignorando a sus padres, acabaría mal, tirada en las calles, ejerciendo la prostitución en tugurios para pagarse su consumo y un día moriría en la calle a causa del sida. El segundo futuro era algo parecido; del abuso de las drogas quedaría mal con brotes de esquizofrenia y visitando la carcel y el psiquiátrico cada dos por tres. Y el último futuro era que dejase ese mundo y volver al calor de su familia, sería el más difícil pero el que le salvaría la vida.
El angelito apoyandose en su hombro la convenció diciendo: "solo tú puedes tomar la decisión Karina, las drogas no son la solución para olvidar a tu hermana, querer olvidar de esa manera es imposible, yo te he mostrado tus tres posibles futuros, la decisión es tuya, elige el camino que creas correcto". Dijo el angelito mirando a las tres ventanas que marcaban el camino.
"¿cómo sabré que esto no es un sueño, como sabré cuando despierte lo que he de hacer para coger el camino bueno?".
El angelito se acercó y tomando su mano la pellizcó y se dibujaron por siempre en ella dos corazones, el angelito se puso sobre su hombro y le dijo: "ve a por tu futuro".
Ella que anduvo hasta su futuro perfecto a medida que entraba en la ventana se iba haciendo un fundido en blanco y de repente despertó en el bosque. Todo había sido un sueño, se levantó del lugar donde había dormido rodeada de musgo y hierbajos, pero se dió cuenta que no fué un sueño... fué real, lo supo al ver el grabado reciente de dos corazones en su mano que ademas aún le dolía.
Llegó a casa y abrazando a sus padres tras una larga y emocionante charla los tres rompieron a llorar, ella había cambiado casi en el acto, como si una fuerza sobrenatural la incitara a ser mejor persona y a dejar atrás el mundo de las drogas repentínamente.
Su madre ante la curiosidad le preguntó que como se había echo eso en la mano, ella... procedió a contar la historia. La tituló "Un Angelito Sobre Mi Hombro".

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