El frío rozaba sus pies casi descalzos, su naricita roja por las bajas temperaturas del suelo soviético. La nieve, caía suavemente y ella en la puerta de ese orfanato, esperando como cada fín de semana a que viniese su abuela a verla.
No era consciente de muchas cosas, no le gustaba el orfanato, ni su comida, jamás conoció a su padre, aunque había oído que era un hombre de grandes aspiraciones... en sus fosas nasales.... y su madre es una bala perdida que cayó en tierra desconocida. Su tío era como su padre, y su abuela ejercía de madre, de muy buena madre, hasta que llegó el día en que la asesinaron... entonces ella, se quedó sola y sin rumbo, sin noción de tiempo, sola agarrada a la verja cada fín de semana hasta que le comunicaron la noticia, esta es la historia de Krista Shapokova, y es como una vela, que tiene segundos en los que brilla menos, y segundos en los que brilla mas, pero ella, brillaba con luz propia.
Procedo a contaos su historia.
Nació en Kazajstán donde ese tétrico ambiente militar y frío físico y emocional era el día a día de Krista, rodeada de cosas que apenas entendía, rodeada de poco amor, solo su tío Alex y su abuela Natasha.
Una vez estaba jugando en la casa, y vió que su tío Alex corría hacia ella, ella pensaba que su tío iva a abrazarla, y así fué, fué un abrazo seguido de la acción de cogerla en brazos para salir de esa casa. ¿el porqué? Lo entendió cuando la pequeña Krista salió de la casa en brazos de Alex y contempló que la casa, estaba en llamas.
Ella con la mano entrelezada en la de su tío Alex, y con los mofletes colorados por el susto fueron a un bloque de pisos con mas personas donde el piso era pequeño, y no tenía luz, entraron, y entre la oscuridad y el frío la pequeña Krista se acomodó en un roto sofá y abriendo su pequeña mochila, cogió un libro, una vela, y unas cerillas y se puso a leer, de ese modo ahora que es grande, se entiende que la pequeña Krista tenga gafas.
Etapas y vivencias de Krista, otra etapa de Krista fué cuando tuvo que marcharse al ya mencionado antes maldito internado por culpa del suegro de su tío Alex, era un hombre creyente y tenía la manía de la disciplina, Krista era traviesa y eso a ese hombre le molestaba, de modo que le dijo a su yerno que Krista debería estar en un internado, él, Alex, discrepó, dijo que Krista iva a ir al colegio... pero no tenían dinero de modo que a la pequeña Krista no le quedaba otra que ir a ese cutre y destartalado internado, la pequeña e introvertida Krista que no conocía a nadie salvo a su amiga cieguita, de quien se iva a separar, se iva a quedar en ese orfanato sin su tío Alex y como una piedra en el camino que todos pisotean y nadie coge del suelo.
Entró en el orfanato sobre los hombros de Alex, pataleando, llorando a lagrima suelta y rogándole que no la dejase allí, la pobre Krista inconsciente mente, con su llanto y sus lagrimas que volaban al suelo despertó a varios niños del orfanato que estaban durmiendo la obligatoria siesta, ella seguía rogándole a su tío Alex, y Alex llorando le dijo que no había otra opción, se dieron un abrazo con muchas lágrimas tristes cayendo sobre sus caras, y como si un solo de piano marcase la escena... la pequeña Krista entró acompañada por su nueva tutora, mirando atrás y viendo como la sombra de Alex se alejaba cada vez mas...
Pasaban los días, y recordaba hace apenas semanas que estaba durmiendo con su abuela, en casa con Alex y su madre, que a pesar de que no la trataba bien, la echaba de menos.
Pasaron varios dias desde su ventana, y con eso se hizo el otoño, ella no salía de su habitación en el orfanato, mirando por la ventana como los demas niños jugaban, ella se concentraba en bailar torpemente, se prometió a si misma que de mayor iba a ser bailarina de ballet del teatro Bolshoi... echaba su mente a volar dentro de esas cuatro paredes cuando de repente, entró a la habitación una mujer de aspecto tristes con unas tijeras y una maquinilla en sus manos para rapar a la pequeña Krista, por medidas de seguridad antiparasitos.
Desde ese día negó en absoluto quedarse sola, así que hizo amigas, y una de ellas para asustarla o para jugar, quien sabe, le dijo a Krista que por la noche los muñecos se despertaban... Krista la miró asustada y dijo: "Esta noche, cuando todos duerman vamos a comprobar si es verdad".
En efecto así fué, dando vueltas en la cama fingiendo estar dormida esperando a que la profesora se marchase para poder llamar a su amiga Veronika, se levantaron mirando a un lado y a otro, no había nadie, fueron a comprobarlo... Krista no quería entrar, estaba asustada, pero Veronika la agarró de la mano y lamentandose, esta dijo: "maldita sea Naiara, me ha engañado".
Fueron al servicio a beber agua y volvieron a la cama donde se podía soportar el frío que allí hacía.
Krista estaba soñando placidamente con ser bailarina, se veía bailando pero de repente la escena se trunca y cambia repentinamente y sin sentido alguno el sueño, ahora ve a su madre, rompiendo platos y discutiendo con su abuela Natasha, llamandola palabras de explícito contenido, diciendo que Krista era solo suya, que algún día se iría lejos con ella y que no la vería mas... la abuela Natasha, impotente, solo se limitaba a decir que ella solo la cuidaba.
Krista despertó entre lágrimas, pues era un recuerdo en un sueño, se le quitaron las ganas de ver a su madre, y aumentó las ganas de abrazar a su abuela Natasha.
De a poco tiempo Krista empezó a llevarse bien con todos, mandaron en el colegio una redacción de un día triste en la vida de cada alumno y como se sintieron ese día. Krista, que por desgracia había tenido muchos días así conmovió a todos con su redacción, que dice así:
"Un día de invierno mi madre me echó a la calle, por que quería estar sola con uno de sus novios, o eso decía, mi abuela no estaba, estaba trabajando limpiando casas, mi abuelo estaba enfermo en la cama y no se enteraba de nada, y mi tío estaba trabajando, me quede todo ese día en la calle había mucha nieve y hacia frio, hacia tanto viento que me tuve que agarrar a una farola y todo. Entonces, despues de tantas horas en la calle, me entró hambre, y había una churrería cerca pero en los bolsillos no tenía mas que pelusa e hilos.
para tener algo de dinero busqué botellas de cristal y se las vendí a un hombre que las compraba, le vendí cuatro botellas, lo que me dió para cinco churros y un chocolate bien caliente.
Ese era mi día a día junto con que muchos niňos y niňas se metían conmigo, me decían gafotas, fea y lo pasaba muy mal, me hice insegura y me da miedo absolutamente todo menos bailar, por eso quiero ser bailarina, pero para pagarme las clases debo vender millones de botellas".
La redacción gustó tanto que enseguida se extendió en los medios, hay quien se ofrecía a pagar las clases a Krista, hay quien reunía botellas, pero ella no quería nada de eso, solo quería estar con su abuela.
Pasaron algunos meses, y con esto la primavera, ella seguía estudiando con libros comprados por su profesora, ya que era carente de dinero, no podía permitirse comprar libros. Pasaba las tardes haciendo coronas de flores y jugando a ser afrodita, una diosa griega llena de alegría.
Alegría... palabra facil de pronunciar pero dificil de sembrar en tí, iva cada fín de semana a la verja gris del orfanato esperando que pasase su abuela y la lleve a casa como cada fín de semana... pero esta vez np sería así... viene Alex, que entre lágrimas abraza a krista y le dá la noticia de que su abuela había fallecido hacía ya dos días, fue victima de un robo y de un tirano asesinato que acabó con su muerte en su bodega, donde su abuela Natasha suplicaba a la madre de Krista que le ayudara pero esta, fría e impasible la dejó allí abajo hasta que exhaló su último aliento.
Pasaron los días, y con eso el fín de semana siguiente donde veía por la ventana como los niños se ivan pero ella se quedaba allí con un aspecto taciturno en su rostro, está completamente, su abuelo y su tío Alex ahora viven por separado diós sabe donde, y su madre dijo que la quería y la visitaría con frecuencia... ella sonreía al pensar en esa falsa promesa de su madre.
Krista, en silencio rezaba por su abuela, diciendo que la quería, que se fué muy pronto y que la llevase con ella, la pobre Krista llora sobre su almohada deseando una mejor vida.
Alex la visitaba tres veces al mes y la última vez que visitó a su sobrina Krista fué cuando Krista le dijo que el juicio y los trámites de adopción ya estaban finiquitados, Krista con tan solo nueve años decide irse de allí con una nueva familia rumbo a España, se despidió de su tío de forma muy triste, ambos lloraban amargamente y entre sollozos, lágrimas y bocanadas de aire se despiden juntando sus cuerpos en un cálido abrazo...
La felicidad no es para nada facil de hallar, la pequeña Krista llegó a españa dejando atrás malos recuerdos pero también momentos agradables, recordaba la nieve, los bosques llenos de frutas, ese ambiente frío y lo acogedor que era dormir con su abuela, los muñecos de nieve hechos por su tío en vísperas de navidad...
Llegó a Sevilla con su nueva familia, abrazando a su nueva madre y mirando a su alrededor veía una ciudad llena de magia y de un color agradable que la enamoró. Entre tantas preguntas y tantas respuestas a la pequeña Krista le dió por preguntar: "¿aquí también hay señores que recogen las botellas de cristal? Lo digo por si un día no tengo qué comer".
Su nueva madre la miró, y agarrandola de la mano le dijo: "Cristina, te llamarás Cristina, y no tenemos esos hombres aquí, pero tampoco te hará falta, nunca te faltará que comer ni dinero en tus bolsillos".
Cristina, que así se llama ahora abraza a su nueva madre y a su primer padre, pues al otro no lo conoció. De camino a su nuevo hogar pensaba que el Bolshoi no estaba tan lejos, en kilómetros tal vez sí pero no en ilusión... ahora la pequeña Cristina es bailarina en una academia de Sevilla, va dispuesta a cumplir su sueño, con sus altibajos, sus idas y venidas, subidas y bajadas, brillando intensamente y brillando levemente pero sin apagarse, pero siempre... brillando con luz propia.
Dedicado a mi amiga Cristina, una de esas personas excelentes que brilla con luz propia, te quiero.
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