jueves, 21 de agosto de 2014

Maldita Navaja

Y pensar que por culpa de una navaja... ¡Maldita navaja!

Desperté algo mareado. Es normal, la noche anterior habíamos fumado mucho, así que fui a casa de mi madre.
Era evidente que necesitaba algo para la resaca. era Domingo, y al día siguiente tenía que currar, qué pereza... tener que ir con mi primo a trabajar al campo, pero bueno no hay otra cosa, al menos me saco dinero en limpio para mis cuatro tonterías y mis gastos tontos.

Fui camino a casa de mi madre, pero mi coche estaba en el taller, así que pillé mi moto, tengo una Kawasaki Ninja, no me preguntéis de dónde la he sacado, fue otro tiempo. Hace unos seis años, por aquélla época yo hacía cosas que...en fin, que ahora no hago.

Llegué a casa de mi madre resacoso y fumado... La que me calló encima.... menuda bronca.
¿Sabéis lo qué es un Pitbull mezclado con nervios y mala leche mañanera? Pues mas o menos eso era mi madre. Entre la resaca, el dolor de cabeza de fumar, y la voz estridente de mi madre que no paraba de llamarme golfo, callejero y cosas así me estaba taladrando el cerebro... Yo paso de ella, sólo quiero que se relaje como suele hacerlo cuando se le ignora, que me dé una pastilla para la maldita cabeza que me da vueltas y acostarme si Dios quiere hasta mañana. Sin desayunar, comer, merendar ni cenar.

Tardó lo suyo en calmarse, pero al final se calmó, así que me tomé mi pastilla mientras me dijo: "Corre, corre a dormir golfo". Esta mujer me tiene amargado, a veces pienso que estaría mejor en la cárcel. Pero eso, a veces sólo lo pienso. Por lo menos tendría a mi viejo allí, con él si me llevo bien, medio bien... bueno, no tan mal...

Dormí lo suficiente hasta las seis de la madrugada, empezábamos a currar a las ocho, me vestí, desayuné una tostada y para empezar bien la mañana no podía faltar mi hachís, mi soldadito de la muerte mañanero, iba a pillar la moto para salir al curro pero encontré a mi madre de buenas limpiándome la moto... "para una vez que está de buenas y limpiándome la burra no lo estropees." Me dije mentalmente.
Así qué me fui y pillé un taxi. ¡Qué cosa más rara! Jamás había montado en uno, mientras espero a ver un taxi y tal, saco una navaja para partir un poco de chocolate traído de marruecos metido en el culo de mi primo, las cosas mejor en familia ¿no?
Me lo preparo pero viene el taxi antes, así que me guardo el peta y la navaja, que ademas era nueva, ese había sido su primer uso, el taxi me lleva a Marismilla, olor a hierba nada mas bajar del taxi que da la vuelta deprisa...
Llevo unas cuatro horas vareando olivos y en mitad del descanso a eso de la una y algo de la tarde me pongo a comer y me fumo mi porrito de la tarde. Busco mi navaja pero no la encuentro, necesito encontrarla para cortar cuerda pero no la encuentro.
Bueno, ni siquiera me da tiempo empezar cuando vienen dos picoletos, con su cochecito de la pasma y con gafas de sol.

Oigo que dicen mi nombre: "Ricardo Fernández, Ricardo Fernández". Repiten una y otra vez, seré el único, pensé. Tiré mi chivatito de hierba que olía a varios metros y dirigí mi vista hacia ellos y les dije: "soy yo, ¿algun problema jefe?"
"Las preguntas las hago yo si no le importa". Me contestó el pavo, ya sabía que no iba a ir muy bien ese día. Me llevan al cuartel y por el camino pongo atención y oído a la llamada que hace el copiloto, y creo que debe ser un error, pero me acusan de asesinato... estoy nervioso, colocado, y con todo en mi contra, pero todo tendrá una explicación... Que la tiene.

Me salva el cuello un taxista Inglés que da testimonio y su versión exacta, pues fue el único testigo ocular, al parecer después de mí, subió al taxi un tío que según el taxista Matthew, (que era inglés) le insultó varias veces diciéndole insultos racistas. O sea tenía a un racista a bordo detrás suya, describió sus pintas como de matón callejero de película, gorrito negro ajustado camisa gris interior y chaleco con gorro y guantes negros en las manos y unos fuertes brazos tatuados con símbolos racistas, entre ellos una cruz esbástica y la hoz soviética y el martillo, mismamente ruso también. Si no fuese bastante, en un paso de cebra varias manzanas mas allá subió al taxi un hombre trajeado, quizás ejecutivo, quizás abogado, no se sabe, lo único que se sabe es que a nuestro amigo el racista no le sentó nada bien... ¿Por qué? porque este hombre trajeado y probablemente adinerado era... efectivamente de color también.
Nuestro amigo el racista se quedó mirándolo descaradamente hasta que este hombre de color, que no llevaba un buen día le dijo, ¿Qué miras tanto? ¿Tengo monos en la cara o qué?

A lo que nuestro amigo el skinhead lo insultó diciéndole que no tenía monos en la cara, sino que tenía cara de mono. Insulto tras insulto la tensión se apoderó del taxi. El taxista paró para hacer que dejasen de pelearse y discutir hasta que, Dan; que así se llamaba el hombre negro le dio un puñetazo a Javier; nuestro amigo el racista, para que hizo eso el inocente de Dan... Con ese puñetazo, que por otra parte, está bien propinado, hizo que Javi se encolerizase muchísimo. Éste exaltado y excitado miró hacia el suelo en un momento de indecisión y encontró una navaja. Dándole varias puñaladas a Dan, dejándole morir lentamente allí mismo. Nuestro amigo Javier el racista skinhead se dio a la fuga...
Nada de huellas pues afuera hacía frío, de modo que tenía guantes. La navaja era mía y tenía mis huellas, por eso ¿A quién quisieron complicarle la vida? ¡Bingo! Blanco y en botella es leche, y yo era un tetra brik de leche que ademas iba súper fumado y con antecedentes de robo y amenazas...

Finalmente demostré que no era yo gracias a varios testigos y sobre todo al taxista.
Pasado un mes pillaron a ese tal Javi, si pudiese matarlo... ¡Qué mal rato pasé por ese imbécil!
Llegué a casa ese día y sí, mi madre es bipolar... se ponía como de costumbre a insultar y a ser... en fin, a ser ella... Eso que pensaba que mejor la cárcel que esto... ¡ay! Qué equivocado estaba... no he estado dentro, pero solo pensarlo... ¡bendita sea mi madre con sus insultos y sus gritos agudos!
Ah por cierto, después de varios juicios y tras haberse dejado claro que ese había sido el arma del crimen... me devolvieron mi navaja, aunque podían reclamarla si hay que volver a enseñarla como prueba, mientras tanto... me he echo taxista. Ya no fumo, estoy limpio, tanto mi expediente como yo... Eso sí, para que no haya errores, la navaja se queda en casa.

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