Recuerdo que cuando salía el sol, lucía con fuerza un nuevo día.
Algo de esperanza para los pobres que trabajaban de lo que podían y como podían. Cuando sus intensos rayos iluminaban la favela, el espectáculo de colores se dibujaba entre danzas de carnavales y cariocas a todo color danzando a ritmo de samba.
Las casas pintadas en Azul, me hacían creer que aún podía existír el cielo y que Sao Paulo rezaba por nosotros en esta ciudad desamparada.
Años después entendí que ese color simbolizaba que el dueño de esa casa comerciaba con sustancias que no debería, algo que la policía sabía pero se callaba, por que sus sueldos habían aumentado "casualmente".
Paseando de nuevo por este páramo marginal, recuerdo la magia de mi infancia; recorriendo las calles jugando, con mi amigo Berto o huyendo de algún que otro violador.
El color rojo en las casa me recordaba a que alguien; incluso dentro de ese lugar, era capaz de amar y sentir algo bueno con el corazón y la sangre, de ahí el rojo.
Aunque tampoco simbolice nada bueno.
Los altos cargos de la mafia Brasil pintan de ese color las casas con sangre de cerdo para decir que sus ocupantes eran unos chivatos; si intentaban defenderse borrando esas pintadas, los mataban, creo que eso pasó con mi padre, un policía incorruptible al que llamaban chivato.
Recuerdo que el día que me recogieron unos señores que me habían adoptado me quedé mirando por la ventanilla una casa de color amarillo en la que además yo vivía; sin entonces sacar una conclusión de lo que el color amarillo simbolizaba para mí
Han pasado veinte años, mi aspecto ha cambiado pero la esencia es la misma.
Llevo trabajando para el estado cuatro años. Trabajo en una agencia de adopción y hoy recojo de este tugurio a Karen que se ha criado huérfana, como yo.
A mi siempre me conocieron por Delgada, pero me llamo Martina.
He vuelto a poner mi vista en el recuerdo de hace veinte años, en la casa amarilla.
Cuando Karen subió al coche, le dimos de comer, la cambiamos de ropa y le contamos a qué habíamos venido, ella nos miró; a mí y a Hernaldo. Y también al conductor, que era Berto.
La pequeña Karen dio un bocado a un sandwich y dijo varias cosas, pero yo me quedé con: " Esperança Dais ". Dijo que dábamos esperanza, con sus grandes ojos saltones.
Supongo que eso simboliza el color amarillo para mí, cuando lo vi por última vez, mi vida cambió radicalmente a mejor. Aunque ese color simbolizaba que en esa casa vivían niñas que tarde o temprano se convertirían en prostitutas.
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