viernes, 23 de enero de 2015

Las noches de Chicago, parte 2 de 7.

Las noches de Chicago, parte 2 de 7.

Sino leiste la primera parte deberías hacerlo, es breve y comprenderás esta parte mejor. Aquí te dejo el enlace para la primera parte: http://historiasficticiasjamascontadas.blogspot.com/2014/12/las-noches-de-chicago-parte-i-de-vii.html
Una vez leas este puedes leer el segundo :)

Parte II: "Ése maldito médico".

Pasaba la noche. Y la madrugada estaba ahí, como las flores estaban en la primavera. Daniel no se movía de la cama, casi ni respiraba, seguía desmayado después de decir que no recordaba nada.
Su ataque de tos me despertó. Tosía sangre y tenía la cara empapada en sudor.
Le subí en mi coche. Se quedó mirándome. "Adónde vamos", dijo con la voz quebrada por la tos.
Le llevé al médico. No esos médicos legales ni licenciados. Era un médico de la mafia. Que a pesar de trabajar para la familia Varekai -otra familia. Rivales de la Familia Varei.- era mi amigo. Ése médico se llamaba Jake Burton, su relación con la mafia era puramente ilegal. Al no estar licenciado en medicina no podía ejercer de médico en ningún lado. Por eso es el médico de la familia varekai. Para sacar una bala o curar enfermedades como resfriados o dolores de cabeza no hacía falta estar titulado. O eso decía él.
Daniel Jacobs se tumbó sobre la mesa inconsciente, ajeno a todo lo que le esperaba. Burton no es que fuese de exquisitos métodos. Si tenía que dolerte, te iba a doler. Un rato después Daniel ya estaba atormentado de dolor.

  -No se queje Sr. Jacobs, no sea nenaza. -Dijo Burton enfadado.
  -¡Pare! -Daniel gritaba de dolor.- ¡demonios pare! maldito matasanos
  -¡Oh! Aquí está la bala -Dijo Burton con la bala en la enguantada mano llena de sangre.- es preciosa, como algo tan pequeño puede ser tan perfectamente letal ¿no cree? -Burton sonó realmente sádico y serio.
  -no sé que es más letal, si la bala o sus métodos Dr. Burton
  -Ya está usted vendado. -Burton se giró hacia mí para hablarme.- Ahora no te debo nada Tommy, ni a tí ni a esta sanguijuela, iros a la mierda.
Yo intervine pues aun necesitaba ayuda de Burton, no iba a marcharme aunque lo pidiera de forma tan déspota.
  -¡woooouh! Para el carro, necesito algo mas de tí, por los viejos tiempos Burton, eh ¿que me dices?
  -¿Qué mierdas quieres ahora Tommy? -Me miró con gesto serio mientras se quitaba la bata blanca encharcada en un fuerte tono rojo. Casi parecía que había venido del matadero.
  -Necesito la dirección de Voga Varekai
  -¿Voga? -me preguntó alzando sus ojos mas allá de las gafas.- ¿De veras crées que voy a decirte dónde vive Voga?
  -No te pido que me digas su casa exactamente, pero me vendría bien saber en la vecindad que vive
  -¿Y para qué? -Me preguntó mientras se quitabas los guantes de látex.
  -Eso, Burton... -Hice una pausa, tantee el terreno y sentencié de la mejor forma, era largo de explicar.- No es asunto tuyo
  -Tienes pelotas Tommy... Me pides pan y no me dices para que lo quieres
  -No te pido pan, te estoy pidiendo una maldita dirección. Además es una comparación absurda; sabes que el pan es para comerlo.
  -Mira, cállate... -Entonces hizo una pausa ante mi mirada de cordero degollado.- ni siquiera vive en Chicago, vive en Pennsylvania. Se mudará en breve a Queens, en Nueva York, si te sirve de algo
  -no, -dí una palmada para enfatizar el "no".- sólo me vale su antigua y su nueva dirección
  -Maldita sea Tommy...
  -¿Qué? Tranquilizate vale, no pasará nada, no es el fin del mundo. Se que le sacaste un par de balas. Le conoces, te conoce, no estás haciendo nada malo. -Le tranquilizé, todo iba sobre ruedas hasta que Daniel abrió el pico. Se abrochó los botones de su camiseta y comenzó a hablar con la voz ya recuperada y sin sensación de fatiga
  -Yo... Soy policía. Puedo ayudarte a encontrar a quién sea. Ése tal Voga Varekai me suena.
Entonces cuando todo iba bien, Burton de nuevo se puso terriblemente nervioso
  -Maldita sea Tommy, ¿has traido a un puto madero a mi maldita casa?
  -Daniel... -Dirigí mi vista hacia él mientras llovían insultos por parte de Burton.- Te importaría esperar fuera, he de hablar con Burton a Solas
  -Estaré fuera. Luego iré a casa a ver a mi mujer y a mi hija, estarán preocupadas. Dijo Daniel... Debido a la amnesia cree que su familia sigue viva.

Daniel salió y esperó en el pasillo. Mientras, Burton y yo hablabamos, Burton estaba de los nervios.
  -Burton tranquilízate...
  -Pero ¿cómo demonios quiere qué me tranquilize?
  -No es poli, ¿tranquilo? Ya vale ¿no?
  -¿No es poli? -Burton cambió el tono y la actitud.- ¿Seguro?
  -Cree que lo es... -Me senté en una silla de madera con las piernas sobre una mesa y los brazos cruzados.- Tiene amnesia. Era poli, mataron a su mujer y a su pequeña. Daniel se tomó la venganza por su mano, dejando a un lado la placa y el uniforme de poli...
  -¿crées que fue voga? -Dijo Burton ofreciéndome un cigarrillo que rechazé.
  -No, mató al asesino en su casa, en casa del asesino claro, lo hizo sin consentimiento del departamento de policía. Le expulsaron del cuerpo de policía de Chicago.
  -Entonces, ¿a qué viene lo de Voga?
Me levanté y comenzé a andar en circulos explicándole a Burton cómo estaban las cosas.
  -tengo contactos. Fuentes más cercanas me han dicho que Voga ordenó el ataque. Al parecer Jacobs le daba donde más le duele a un mafioso; en el bolsillo, al parecer Voga quería ser mano de derecha de Al Capone, y Zhirzheki Varei le quitó el puesto. Se enfadó con Jacobs y mató a su mujer y a su pequeña, mediante un asesino a sueldo. El asesino era torpe y dejo demasiadas pistas para lo listo que es... Era Daniel. Éste le siguió el rastro y lo mató. Sin saber que ése asesino era una pieza de ajedrez movida por un jugador; el verdadero cerebro; Voga.
  -Y ¿qué gano yo con darte su antigua dirección?
  -tú... Nada. Yo salir de dudas. Y si ya me facilitases su dirección en Queens...
  -Si te lo cargas... Al menos ganaré el placer de verle muerto... Apunta; quiero ver a ese rata de Voga, muerto. New Vall, 843; esa es la antigua. La moderna es; Cortesy Avenue 629. ¿Qué harás con el ex-poli?
  -Supongo que explicárselo todo... Poco a poco, tengo tres opciones; me mata, se descojona en mis narices, o lo acepta. Y creo que la última es la menos probable.
  -Suerte, maldito Inglés.
  -Suerte, maldito Irlandés.

Salí afuera donde esperaba Daniel, se impacientaba y quería ir a ver a su familia... Le rogué que subiera al coche y que fuésemos a casa, a mi casa. Una vez allí, la noche iba  ser larga; tocaba explicarle que era un ex-convicto, ex-policía, viudo y padre de una hija asesinada, sin familia y muchas cosas por investigar. Menuda noche me espera.

martes, 20 de enero de 2015

No es un juego de niños, Capitulo 1.

No es un juego de niños. Capítulo1 El Escondite. El escondite... Ya no es un juego de críos. Pocos saben su origen, mas allá de lo que ahora es. Era un juego al que los niños jugaban escondiéndose y divirtiéndose haciéndolo, dónde uno era quién debía encontrarlos y así, acabar la partida, y al primero al que encontraba era el próximo buscador. Ahora las cosas son diferentes, mil años nos separan de el último juego. Desde ese día, ya no es un juego. A día de hoy sirve para estrategia militar; para tales atributos cómo; la orientación, el sigilo, la determinación a la hora de matar lenta y silenciosamente. Hay dos funciones que un niño puede elegir; ser el Buscador o el Escondido, el buscador tras encontrar algún escondido deberá enfrentarse a muerte con cada uno de ellos hasta matar a los cinco escondidos. La ventaja que tienen los escondidos es que sí se esconden bien y no aparecen en veinticuatro horas se acaba la partida, y podrán aliarse y ponerse de acuerdo para juntos matar al buscador. Ademas pasado ese tiempo, el buscador sería ejecutado. Pocos eligen ser buscador, pero Jim Boid; desobedeciendo a su familia, eligió ser buscador. Mataron a su hermano veinte años mayor que él por motivo de que fue elegido buscador anonimamente. Él quiso honrarle y llegar más lejos de lo que llegó su hermano así dejar buen nombre para el apellido Boid al que todos tachaban de familia cobarde. Todo había cambiado en apenas cien años, en el año 2.200, hace ya 1.000 años se instauraron nuevas armas; granadas giratorias con lanzallamas, balas de gas nova, guantes generadores de campos electromagnéticos, cascos con pantallas ciberinteligentes que marcan al objetivo y lo localizan con sensores térmicos y te advierten de tu arsenal, respecto a sí estás escaso en munición o si el arma está averiada. Todo eso ahora es la máxima tecnología militar en el mundo, y los métodos de los juegos que antaño eran solo un juego, fueron instaurados como enseñanza militar obligatoria, haciendo caso a los dirigentes chinos; qué como emperadores del mundo rigen y mandan a la tierra militarmente para luchar contra fuerzas del espacio interestelar. Jim se entrenaba a diario. En una semana tenía la primera de cinco pruebas; el escondite. Siendo el buscador, su misión era encontrar a cinco escondidos, que usarían todo tipo de métodos para ocultarse; trajes de invisibilidad, uniformes camaleón, de camuflaje cambiante. Se lo pondrían dificil al pequeño jim. Pasaron tres días de duros entrenamientos de esquivos y bloqueos seguidos de contraataques con una espada, su arma favorita. Jim estaba conectado a un simulador para hacer un "Heros", una conexión cerebro/conciencia para ejercitar la mente y adaptarla con ejercicios para un buscador. Que Jim eligiese ser buscador fue por pura valentía. Nadie elegía ser buscador, los buscadores salían de un sorteo llamado "lovto" que tenía el nombre de "suerte" en thailandes antiguo, haciendo alusión a que "lovto" es lo que necesitaban los buscadores. Jim, rebelde y valiente, se presentó en el lovto y alzó la mano y gritó: "Quiero ser buscador". Las voces murmuraban a su alrededor en aquella tarde gris en la que hacía frío pero él parecía inflexible a la temperatura llevando simplemente una camiseta corta enseñando sus pálidos y raquíticos brazos. Jim sólo tiene Once años. Y su familia, llorando, lo dan por muerto, pues saben que cuando enfrente la prueba del escondite, los otros niños irían sin piedad. Ya llegó el día. Jim se entrenaba mental y fisicamente, jugando con su instructor a encontrar objetos que éste había escondido. Jim, con una venda en los ojos los encontraba todos. Casi estaba predestinado que Jim fuese buscador. Llegó la hora tras tanto entrenamiento, Jim estaba listo, había entrenado. No lo suficiente, pero se veía capaz. Se adentró en la enorme sala que virtualmente se convirtió en un bosque oscuro lleno de niebla y sin la luz de la luna. Esto al pequeño Jim le estremeció. Pero avanzaba lentamente con seguridad, decidido a buscar a sus cinco escondidos. Avanzaba. Y recordaba los consejos de Drake; su instructor. Que le decía: <>. Jim, esto último lo ignoró, y se adentró en la espesura de un grupo de altos pinos oscuros. Habían transcurrido dos horas. Y el tiempo corría en su contra. Bostezando y hambriento seguía su tarea cuando escuchó algo moverse entre los árboles. Estaba hambriento y cansado pues la prueba principal era matar a los cinco estando dos días sin comer ni dormir para ver si podía aguantar el ritmo de una guerra. He de añadir qué los cinco chicos escondidos estaban recién comidos y recién despiertos; Jim lo tenía todo en contra. Jim sacó ligeramente su cuchillo. <> pensó. Sabía que algo podía echársele encima en cualquier momento. Jim dió un salto impulsado saltando encima de una virtual roca se abalanzó sobre esa misteriosa sombra y de un tajo, le rebanó el cuello. Para su desgracia era simplemente un orangután con un traje que ponían en forma de "Shue" que significa despiste. <>. Dijo en voz baja Jim. "No es muy buen buscador, será mejor que tu chico dé la talla, pero bueno... Siendo un Boid...". Dijo el teniente Helny que veía a Jim a traves de las cámaras que se ocultaban en ésa sala virtual. <> susurró Jim, se estremeció y sacó de su cinturón la espada Sartz con una daga Lunirix; ambas estaban dotadas para calentarse a tal velocidad qué hasta flameaba fuego, pero la daga lo hacía con menos intensidad. Las sacó para estar calentado y para estar alerta. Pero principalmente para estar calentado con el calor que ambas armas desprendían. Jim no dio un paso más; se delató con la luz que la espada y la daga desprendían desde dentro a fuera. Vinieron a por él tres Shubarat; que quiere decir aliados por una causa. La causa era la de acabar con el pequeño Jim. Cruzaron las miradas, tres contra uno, tres contra Jim. Ellos miraban vacilantes, seguros de si mismos. Jim estaba sólo pero mas seguro que ellos, Jim sonrió. -Quiero que sepáis -Dijo Jim.- que no me habéis encontrado, que yo os he encontrado a vosotros. Es mi misión, no la vuestra.- Jim volvió a sonreir de medio lado. Eso a ellos les desmoralizó. Jim sacó su Daga de fuego y su cuchillo acró y los hundió en los pechos de Zaraka y de Arsić que así se llamaban dos de los tres Shubarat. El tercero; que se llamaba Cronio le miró horrorizado y temblando dejó su espada en el suelo, a lo que Jim la cogió del suelo. <>. Jim dijo esto, y acto seguido le separó la cabeza del cuerpo. "Es un pequeño sanguinario, me gusta. Es bueno para ser un Boid". Dijo Helny desde la sala de control. Jim continuaba, avanzaba con gesto de impresión y la respiración descontrolada. Sabía que estaba ante las cámaras y no podía mostrarse débil, mató a esos tres chicos ante la vista de todos, incluidos sus padres que le veían desde casa. Y los mató fríamente sin parpadear. Pero en sus adentros se sentía vacío y aterrado de haber hecho lo que había hecho. Pero lo había hecho por un fin que ahora desconocemos que más adelante conoceréis. Todo tenía sentido. Helny decidió poner mas dificiles las cosas a Jim. Cambiaron el entorno del bosque, por el de una oscura y tétrica iglesia subterránea. Jim no veía nada, y olvidó coger el casco para iluminar el entorno, Los dos escondidos que andaban por separado, estaban dotados de cascos de nueva generación, con pantalla fibriuplasma. Casi impenetrable con cualquier arma. Jim por ese entonces recordó el ejercicio de la venda en los ojos, así que tomó su cuchillo y se rajó parte del pantalón. -¿Qué hace el muchacho, Drake? -Preguntó Helny que miraba a Jim extrañado -Shuraz, está haciendo Shuraz... -Dijo Drake Sonriendo -No puede ser, la técnica de Shuraz es imposible. Nadie se pone un venda en los ojos y sale vivo, sólo lo logró Shuraz en una ocasión. -Le dije que se alejara de la oscuridad, ahora está en plena oscuridad. Veamos como reacciona ¿no teniente Helny? -Morirá. -Dijo vacilante.- ¡Oh! Es una verdadera lástima Jim se puso la venda tapándose por completo los ojos; Desde la frente hasta casi taparse la nariz. Se movía inseguro pero sin detenerse. Oyó algo y se detuvo... Frunció el ceño y sacó un Curatxe; un cuchillo boomerang, sintió la presencia de alguien cerca suya. Sin dudarlo se guió por su instinto y se agachó, una espada cortó unos pocos pelos del oscuro flequillo de Jim. Éste lanzó dos Curatxe en ambas direcciones y acto seguido se agachó. De repente se oyó un grito sordo de dolor. Se oyó cómo caía al suelo el cuarto Escondido gimiendo de dolor y con uno de los Curatxe clavado profundamente en su hombro. No dijeron ni una palabra, Jim se quitó la venda y le miró sin sorpresa. Simplemente le quitó el casco; Jim se lo puso y entonces, Curâel; el cuarto escondido cerró los ojos, sabía que sería su fin. Tan solo nueve años de vida... En ese mismo momento exhaló su último aliento. Muriendo desangrado. Jim estaba decidido a continuar sin pausa, ya que quedaba poco tiempo. De repente el ambiente cambió la sala de ser una iglesia subterránea a ser una sala blanca y lumínica con redondos pilares de roca caliza. Ahora era buscador contra escondido en un espacio blanco. Morwol; el último escondido, se camufló a blanco en su traje Lirontz, que recibía el nombre del mismo inventor. Jim avanzaba con precaria seguridad. Indeciso pero con precaución. Con cautela y girando el cuello a noventa grados y girándose sobre si mismo... Jimmy vio algo, y avanzó con sigilo hacia el objetivo. Estaba oculto tras un pilar en posición de ataque y temblaba de susto... Jim entendió que era un Shue; un despiste, pero ante la duda, sacó su Uec silenciada y disparó. El Shue era una proyección que al dispararla se convirtió en una trampa en la que cayó el pequeño Jim. Una bomba imán que le pegaba su uniforme a una atrayente placa magnética en el suelo, de la que pudo zafarse rajandose el traje rápidamente antes de que viniese Morwol qué para su sorpresa no apareció para aprovechar la situación. Jim se levantó sin protección alguna en su pecho. Tan solo el casco y una camiseta gris de rayas horizontales azul marino. El pequeño jim tenía poco tiempo, apenas diez minutos. La noción del tiempo allí dentro era confusa. Jim llevaba la cuenta casi perfecta debido a que aprendió a memorizar ciertos cambios de tiempo en su cabeza. Tres horas; seis horas; nueve. Supo entender y acostumbrarse a esos intervalos de tiempo debido a duros ejercicios mentales. Quedaba poco tiempo. Y Jim sabía que podía morir si se demoraba. Siguió moviéndose hasta que por suerte Morwol le lanzó un Curatxe y Jim lo esquivó con mucha fortuna. Jim miró el Curatxe clavado en un pilar y volvió la vista a Morwol que se acercaba a él riendo. Jim frunció el ceño. Sin mediar palabra se fundieron en un combate sin armas; corrieron uno a por el otro hasta que se hallaron cuerpo a cuerpo, con gestos de rabia. Golpes y puñetazos de puños cerrados con mucha presión; cara, cuerpo, estómago. Golpes secos, llaves compartidas, gestos de dolor y muecas de sangre en la cara de Morwol. Nudillos empapados de sangre por parte de Jim que iba dominando la pelea. Patadas y cabezazos fuertemente dirigidos. Llaves de contracción en brazos y piernas. Pelea descoordinada pero sin perder las posiciones. Jim agarró a Morwol por el cuello cuando apenas quedaban dos minutos. Morwol pataleaba en el suelo, y daba golpes a los brazos de Jim que permanecía implacable y tenso como los cables de un puente le sostuvo ahí poco mas de un minuto cuando... Morwol murió en ese mismo momento. Le quedaba tan solo unos segundos, por lo tanto Jim había superado la primera prueba. Le esperaban ocho niños más para el siguiente juego; Sareh, Indra, Carean, Jioghe, Asiro, Burea, Carmydo; y la unica chica; Sora. Helny ya contaba con los nueve. De ellos solo Jim había pasado cómo buscador. Los otros ocho eran Shubarat; Tres de un juego, y cinco de otro juego. El Juego Del Escondite. -Me gusta, -Dijo Helny en tono de aprobación.- Que pase a la siguiente fase... Ese chico me resulta familiar, creo que dará alguna sorpresa que otra. Jim había pasado. Y sí, daría sorpresas. Le tocaba afrontar el siguiente juego; el juego del ahorcado.

sábado, 10 de enero de 2015

Mi último día de trabajo.

Hoy, después de esperar los atascos de Manhattan durante treinta años. Después de tomar miles de taxis durante treinta años. Y Después de cientos de informes y de miles de cafés durante treinta años, hoy, me jubilo de mi trabajo.
Me llamo Freddy Cameron, y tras treinta años en los servicios de periodismo en el World Trade Center, en la torre dos, (más conocidas como torres gemelas) ya hoy por fín me jubilo.
Muchos años prestados y varios premios ganados, entre ellos dos premios pulitzer. Voy de camino a mi último día de trabajo, y como cada día me levanto a las seis de la madrugada, suena el despertador que despierta a mi mujer, que se queda dormida cuando yo lo apago, me levanto de la cama, me acerco a ella y la beso en la mejilla. Cambio mi abrigado pijama azul cobalto por mi traje negro oscuro con mi camiseta gris y mi corbata negra, pero antes toca darse una ducha rápida mientras pienso que es mi último día de trabajo.
El agua caliente cae sobre mi nuca y bajando por mi espalda y yo sigo cavilando, se me escapa una sonrisa mientras mi cabeza vuela libre, libre como soy después de este día de trabajo, ahora podré hacer lo que siempre he querido: recorrer europa con mi mujer, ir y conocer lugares mágicos de España, Inglaterra, Alemania... dicen que Sevilla es un buen destino para empezar, o eso me dijo Joe, el joven becario que había estado en España.
Salgo de la ducha. Me miro al espejo, y esbozo una sonrisa. Veo mi cabeza, abundante en canas. No soy el de antes, pero sonrío. Apenas treinta años me separan de aquel Freddy Cameron que se miraba al espejo y era fuerte, más joven, y sin canas. Tengo 66 años, y ya como reconocido periodista, mi carrera se acaba de una forma muy feliz para mí, yo salgo de mi trabajo y a Joe le dan mi puesto. Bueno, le doy mi puesto, hablé con Steve que es el jefe, y le dije que mi puesto sería para Joe. No puso peros, he sido su mano derecha durante diecinueve años y sabe bien lo que hago. Dejo las cavilaciones a un lado y vuelvo al mundo real donde me veo en el espejo y cada arruga se refleja en mi cara desnuda, mis cejas se van volviendo blancas y mis manos más arrugadas y de grises y pronunciadas venas. La comisura de mis labios toma arrugas y mis ojos tienen las llamadas patas de gallo, mis párpados casi caidos por el sueño y mis pestañas casi cerradas, que al contacto con el agua fría del lavabo se cierran más y se empapan en agua. Ése día, es mi último día de trabajo y me despediré de mis compañeros y de todos los amigos que allí tengo, me echaran de menos, lo sé. Les echaré de menos, también lo sé. Pero ahora toca disfrutar en familia de viajes, descansos a largo plazo, y una buena paga vitalicia que la misma empresa sustenta debido a tanto trabajo y tantos años de servicio cómo periodista.
Cojo la cuchilla, para afeitarme voy sin prisa y con precisión, buena cuchilla, regalo de cumpleaños de mi hija. No evita que me genere pequeños cortes, pero veo la sangre salir por la barbilla y sonrío, no sé por que, pero me da por sonreir.
Corto cuadraditos de papel higiénico que pongo en mi cara despues de aplicarme el after shave y paso a vestirme. Como dije antes, cambiando mi acogedor pijama por el elegante traje. Es mi último día de trabajo y tal como el primero: quiero estar impecable.
Salgo de casa, con mi maleta vacía, es la primera vez que la llevaré vacía en 43 años de trabajo pero que no tardaré en llenar de fotos firmadas y cartas de mis compañeros dándome una buena despedida. O al menos esa es mi ilusión.
Cojo el taxi como cada mañana, y dentro de este, miro a los lados como otros trabajadores van en esos amarillos taxis con prisa y estrés, me río para adentro y pongo un gesto de satifacción pues para mí, eso se iba a acabar.
Me gusta mi trabajo, estoy orgulloso de haber trabajado en esas hermosas torres y que espero que prosperen felices muchos jovenes, tal como prosperé feliz yo en mis días.

Llego a la oficina llena de luz y de una ténue tranquilidad que dura desde años y que cada mañana me recibe en su abrazo de sosiego y paz y de ese olor a papeles y a café recién hecho acompañado de el aroma de vainilla que desprenden los donuts que cada mañana compra Sara; mi secretaria, qué se acerca para darme la enhorabuena y un beso en la mejilla seguido de alguna lágrima que ambos aguantamos pero que al final no se contiene de escapar y empapar nuestras mejillas.
Salgo fuera, dónde todos esperan con confetti, globos y un cartel con fotos y unas letras enormes que colgaban en el ambiente. "Te echaremos de menos Mercury". Todo son risas y cordiales despedidas, muchas fotos y muchos abrazos. Joe ya ocupa mi lugar y me dice "No te decepcionaré, aunque no prometo superarte"
Lo bueno era que después de ese día sería libre.
De repente y para nuestra sorpresa escuchamos un estruendo enorme. Un choque de altos vuelos. Vemos arder la otra torre, nuestra torre gemela por la ventana. La gente grita y enloquece, inundados en pánico hicieron cundir el miedo en los demás.  No entendíamos cómo pudo chocarse de esa manera. Estoy aterrado, mi último día de trabajo y no ha acabado como esperaba. Me dispongo a bajar, todos lo hacemos cómo ovejas a un matadero; asustados y sin rumbo fijo y definido. Una nube de humo tapa el cielo cuando de repente alzo la vista a una ventana y veo entre el reflejo del cristal que se acerca otro avión...ahora tiene sentido, no era un accidente, era un ataque terrorista. No veo pasar mi vida a fotogramas rápido cómo otros dicen. Veo a mi familia y cómo el sueño que teníamos de recorrer europa y de envejecer con mi mujer se hace mil pedazos... Cierro los ojos y veo a mi mujer, lúcida y sonriente... Es mi último pensamiento antes de ser víctima de este ataque terrorista en el 11 de Septiembre, justo el día en el que me jubilaba. Cierro los ojos y pienso en ella.

miércoles, 7 de enero de 2015

Colores para un ciego.

Todo pintor tiene mérito. Al menos uno que mi hermano conoció, quizás el pintor que más mérito tiene. Mi hermano es médico en un hospital residencia mental y, y allí hay todo tipo de pacientes; paralíticos, pacientes con parkinson, incluso niños autistas; esto último me entristece mucho. Hay gente de todas las edades. Hay un boxeador retirado que cuenta su historia una y otra vez; su problema es que no disponía del sentido del tacto y pasados los años aquí estaba; por demasiados golpes en su cabeza. Y cómo él, muchas personas mas... Pero quizá el que más le llamó la atención de todos ellos era Serf Donhank; un hombre ciego tan lleno de vida que a su alrededor creaba un aura de paz y ganas de vivir. le conoció de forma casi accidental. Mi hermano llevaba un carro con medicamentos para varias personas y él estaba prestando atención a su teléfono más que a no chocarse con nadie en el concurrido y recién fregado pasillo. iba en su burbuja, por así decirlo y tomó la esquina de esa planta mas rápido y desatento de lo que debía. Una voz le hizo reaccionar de inmediato y parar el carrito lleno de medicinas. -Alto ahí joven, ¿a qué se debe tanta prisa? Parece que el ciego es usted -si, iba deprisa, discúlpeme señor... -Donhank. Serf Donhank, ese es mi nombre -me suena mucho su nombre, se llama usted cómo un ilustre pintor. ¿No será usted verdad? -Hijo, estás ante el mismisimo Donhank el pintor -pero Donhank no es ciego, no intente quedarse usted conmigo sr. Donhank -El ciego para antes de chocar contra algo o alguien, creo que usted es más ciego que yo, hijo. Y sí, soy ciego y soy el verdadero pintor Donhank -guau... o sea... es decir, ¿es usted el Sr. Donhank de veras? Jamás lo hubiese imaginado -las viejas glorias no tienen sitio en una sociedad de pintores modernos que hacen cuadros de lo más grotescos e inútiles y venden por una cantidad exasperante -¿quiere decir que está aquí por qué no le dejan pintar? o por que es sino -a mi edad es una osadía decir que todo lo que pinté o lo qué, cómo aficionado todavía pinto, es una osadía en tiempos de hoy decir que siendo ciego soy yo el que lo pinta. De modo que mi hermano se puso mi nombre. Ocupó mi identidad y él vendía los cuadros pintados por mí pero presentados y comercializados por él. Ya ha pasado mas de una vez en la historia. El sr. Walter Keane con la señora Margaret Keane, que confesó ser ella la que pintaba los cuadros debido a que se hizo testigo de Jehová y no podía mentir. De hecho se dice que la mona lisa no la hizo Da Vinci, sino uno de sus criados. en mi caso el dinero iba para ambos. Hasta que dejó de hacerlo y cambió de intermediario. Digamos que me sustituyó por su mano derecha y había pasado de "hacer cuadros de cosas bonitas" a hacer lo que ahora se le llama arte contemporáneo. Rayas y lineas y círculos desordenados. Cómo ya tenía renombre, gracias a mí. Los cuadros se vendían como churros. -Pero... no puede ser, eso no está bién -Nunca hagas negocios con la familia hijo. Qué un ciego pinte tan bien es increíble ¿No cree? Dígame, ¿conoce mis cuadros hijo? -eeeh... sólo unos cuantos, y con sinceridad me parecen geniales, una obra estupenda pero, cómo siendo ciego... en fín, ¿cómo puede pintarlos con tanto realismo? -es más simple de lo que cree hijo. Supongo que tiene que llevar esos medicamentos, vaya a ello y ya hablamos otra vez cuando se pueda, estaré encantado de contarle el método. Pasan tan sólo dos días y mi hermano está deseando ver de nuevo a ése pintor. Ya le ha dado los medicamentos a varios pacientes. Era es miércoles. Día de visita. Tal día cómo hoy iba una señora anciana a visitar a su marido qué tiene Alzheimer. Y cómo cada miércoles le leía una carta que él le escribió a ella pero qué ahora no recuerda. Y cómo siempre ella le toma de las manos y le saca a bailar un vals pegados y lentamente. Mi hermano pasaba cada miércoles a ver la escena. Era enternecedor pero triste. Ése miércoles no lo hizo. Tenía tantas ganas de ver a Serf para que le contase cómo hacía para pintar los cuadros. -Al final ha venido eh, joven. Oye, dime tu nombre hijo. Siempre te llamo hijo, o joven, de modo que dime tu nombre -Me llamo Ezequiel Morgan señor. Y sí, he venido a verle. Me debe una historia -Cierto jov... Ezequiel. Déjeme pensar, ¿por dónde iba? ¡Oh! ya recuerdo, mi sistema para pintar, dígame Ezequiel; una de mis obras, para ponerla cómo referencia -no se, me gusta mucho "La naturaleza y la mujer" -bien, bien. Buen gusto. Buen cuadro para comenzar a explicar mi método. Verás joven, ¿conoces cómo lee un ciego? -Claro, con... ¿baire? ¿bralie? -ha estado cerca joven. Braile es la palabra que buscas. Es un método a raiz de puntos que pueden ser unas o varias cosas, esos puntos se tocan con la mano y podemos leer. De la misma forma inventé mi propio idioma para pintar. ¿Vio qué la obra de la naturaleza y la mujer es dificil? Más dificil me resultó a mí pintarlo -pero ¿cómo los pintaba? -verá joven, es sencillo de hacer pero no muy facil de explicar. Ponía el lienzo en el suelo y comenzaba a imaginar, a trazar. Primero empecé con el cabello de la mujer del cuadro. No he sido ciego siempre sabe, Sabía dibujar muy bien. Y a pesar de ser ciego me guiaba bien por mi mente, trazaba los cabellos pero en lugar de hacerlo a lápiz lo hacía con cera de vela, se quedaba un leve relieve que luego podía seguir con el dedo a la hora de pintar. -Y... ¿Los colores? es decir, cómo sabía donde ponerlos -a los botes de pintura les ponía enumeración en braile y en el lienzo también con la vela, el relieve se queda un poco trazado. Digamos que cinco puntos; son amarillo y dorado; color del cabello. Yo daba esos colores en el cabello. También me tomaba la libertad de medir el lienzo e ir por partes, ciento veinte centímetros por noventa, hacía cuadrados de ciertos centímetros cuadrados. Cómo un puzzle. Seguía pintando trazo a trazo y una vez finalizado, una capa de óleo y laca. La cera de vela desaparecía y el cuadro tomaba un aspecto casi real. Corporeo, vivo, alucinante. soy ciego pero intuyo que su gesto en su cara debe ser igual que el cuadro de "El grito" -Sí, de hecho creo qué Edward Munch se inspiró en mí -Demasiado joven para ser musa de un pintor tan legendario, casi tanto como Pablo Picasso. -Ambos pintores. -Ambos grandes pintores, pero ambos locos. -Las mejores mentes lo están -eso es un insulto joven Ezequiel, yo no estoy loco -está en un hospital mental Sr. Serf -también es una residencia Joven -de todos modos estar aquí nos vuelve a todos un poco locos. Debo irme Sr. Donhank, otro día me contará cómo perdió la vista -y cómo siempre estaré esperándole joven Ezequiel. Reparta por ahí drogas a esos viejos adictos. Fue una enseñanza inteligente la que le contó. Sin darse cuenta le inculcó a Ezequiel ganas de hacerlo. Lleguó a casa con un lienzo, una paleta, varios colores, dos velas y una venda para taparse los ojos. Los colores los puso en orden, de primero a último. Lo hizo tal y cómo dijo. Comenzó a imaginar por dentro, a sentirlo. En su cabeza cada pincelada era perfecta y pensaba que estaba haciendo un árbol y un riachuelo de la misma forma que lo imaginaba. Lo imaginó tan bonito que cuando se quitó la venda pudo comprobar qué no era tan facil. El cuadro que mi hermano había hecho parecía que alguien había derramado accidentalmente una copa y algo de comida. Y para ser correctos, también diré que hasta pintó el suelo. Fue un absoluto desastre. Pero al menos pasó un buen rato. "Granadas sin gloria". Ese era el título de uno de sus cuadros. A raiz de ese cuadro el Sr. Donhank le contó cómo llegó a perder la vista. -Hola de nuevo joven Ezequiel. Ezequiel no había saludado todavía a Serf de modo que le extrañó que éste le saludase al pasar por su lado -¿Cómo... -hizo una pausa frunciendo el ceño-. Supo usted que era yo? -Tercera semana que viene usted con el mismo perfume. Muy elegante a mi parecer. <> de lacoste sino me equivoco ¿cierto? -Exactamente, quién diría que es usted ciego Sr. Donhank -Soy ciego. Pero veo más que muchos qué no lo son. Mis otros sentidos no hacen notar la clara evidencia de que soy invidente, pero a... por ejemplo un pianista ciego.Tampoco parece afectarle. Ahí tiene usted a Andrea Bocelli; Stevie Wonder o Ray Charles entre otros -Genios, simplemente genios de la música. -Ezequiel se sentó en una silla de mimbre a su lado-. ¿Pero usted qué és? cuénteme. ¿Cómo perdió la ceguera? -Semejante accidente no puede considerarse triste. Fue una estupidez catalogada de talla enorme. Estaba en el ejército y bueno -Hizo una pausa para recolocarse en su silla-. Siempre he sido una persona fisicamente fuerte; Siempre me ha gustado entrenar más de la cuenta ya sabe correr y hacer ejercicios tales cómo; abdominales, flexiones, y ese fuerte entrenamiento militar que ahora llaman Cross fit. Se inventan palabras cada día. Palabras ridículas y siempre en inglés, creen que tiene más gancho -Sí. Le entiendo. Hace unos años que tenemos palabras cómo <>. Todas palabras estúpidas y sin sentido pero que ahora significan algo -Pues de ese mismo modo mi ceguera pasó de ser estúpida y sin sentido. -Hizo ademanes con las delgadas y venosas manos-. A ser algo de tremendo significado: Me había quedado ciego. Me quedé ciego por que cómo le dije antes siempre entrenaba y hacía mucho ejercicio. Tenía en mi mano unas cargas de dinamita que se llaman C4. Controladas por un mando de control remoto. Esas cargas pesan cuatro kilos. Cada día superaba un ejercicio. Hacía levantamiento lateral de hombro y aguantaba dos minutos y repetía el ejercicio varias veces. No contento con ello para cansar el músculo decidí hacer malabares. Malabares con granadas cegadoras y explosivas. Con la mala suerte que estoy lanzándolas hacia el cielo para cogerlas rapidamente con mi mano izquierda para pasarla a la derecha y así otra vez llevarla hacia el cielo y... una granada cegadora se enganchó en un collar que tenía al cuello. -Serf Donhank hizo una pausa ahogando un gemido y secándose las lágrimas-. Se enganchó de tal manera que fue demasiado tarde. Tiré de ella hacia abajo en lugar de tirar del collar. Un estúpido accidente ya se lo he dicho hijo... -Vaya -Ezequiel parecía impresionado. Boquiabierto puso su mano encima del hombro de Serf e indicó-. De ahí su cuadro <>. usted manifestó su desgracia a traves de ese cuadro... -Ya ves joven -Tamborileó los dedos sobre su rodilla-. A veces me pregunto qué hubiese pasado sí hubiese tirado del collar en lugar de la granada. En el cuadro llueven granadas y se deja ver un hombre con los ojos ensangrentados. Ése hombre era yo mismo. Mi hermano inventó una historieta a parte cómo coartada. Sí, eh. Así es la vida ¿no cree? Ezequiel, que quería saber más sobre él, tuvo la osadía de preguntarle por sí tenía familia. El Sr. Donhank alegó estar muy cansado y qué eso era otro tema, por lo tanto debía esperar otro Miércoles. <> Cuadro bastante trivial. Muy sofisticado. Ezequiel se preguntó para sí a qué se debía esa pintura al pastel embarrada en una capa lacada que lo hacía brillar cómo el agua al reflejo del sol. -Ya estoy aqui un miércoles más Sr. Donhank -Ya tardaba mas de lo normal, su perfume no le delata esta vez. -Serf cerró los ojos sin saber por qué.- Debo intuir que ha estado ajetreado llevando esas drogas a pacientes de otras plantas y ha sudado... eso o otra explicación sugerente. El sudor ha sido mas abundante que su perfume. Veo... oigo que jadea. por lo que me atrevo a aventurar que es cierto. Ha sudado usted -Usted no es ciego. -Soltó Ezequiel entre jadeos llevándose los brazos a las caderas en forma de jarra.- O al menos cualquiera diría que usted no lo es. Impresionante Sr. Donhank, Así es. Cambiando de tema, tiene usted otra historia que contarme -Si, por supuesto -Alegó Donhank con tono lúgubre y apagado -¿Qué le pasa, está bien? si no quiere hablar de ello le entenderé -Estoy algo... -Donhank hizo una pausa dramática y escupió lo que sentía.- Nostálgico diría yo -Si no quiere hablar le entiendo señor -Nada de señor ni Donhank ni favoritismos. Me hace usted mas viejo de lo que soy. Llámeme Serf -De acuerdo señ... -Ezequiél rectificó.- Serf. Hubo una pausa entre ambos hasta que un estornudo bañado en Sangre manchó la barbilla de Serf -Serf.-Ezequiel le miró impresionado.- está usted sangrando -Sólo soy carne joven Ezequiel, me muero. No es ninguna sorpresa. Ahora -Serf se limpió la boca con la manga de su camisa-. Déjeme recordar... ¿Conoce mi cuadro "Aspas Sangrantes"? Ezequiel asintió. Serf era ciego. Se le olvidó, así que reaccionó y exclamó: -Sí. Perdone, solo asintía. No recordé... No acabó la frase cuando Serf abordó sus palabras -Qué yo era ciego. Un error puede tenerlo cualquiera. Bueno. Pues si conoce ese cuadro, de ahí mi historia. Y la de mi familia; Mi hijo y mi mujer... -Se le quebró la voz-. cuanto los quería -¿Qué sucedió? podría contármelo sí no -Hizo una pausa y le tomó de la mano-. Es demasiado duro para usted -Fuimos un día a salir a pescar, a mi hijo siempre le gustó la pesca. Le puse mi nombre, Serf. Un día tomamos una barca de esas con motor. Yo ya era ciego y naturalmente necesitaba ayuda. Mi hijo sólo tenía seis años, mi mujer fue la que me ayudó a subir y a estabilizarme en la barca... -¿Cómo se llamaba? ¿cómo se llamaba ella? -Se llamaba Katherina. Era holandesa -a Serf le temblaba la barbilla.- cuanto llegué a quererla -¿Está bien señor? ¿Quiere un poco de agua? -No hijo. Sólo quiero que sepa el final de la historia. La recortaré por que no quiero sufrir contándola. -Hizo una pausa para beber agua y secarse las lágrimas que caían por su arrugado rostro.- Resulta que el motor estaba apagado. Mi hijo pescaba y Katherina se daba un baño en esas frías... me puse al lado de Serf, la barca era inestable y yo no veía. Me desequilibré con la mala suerte de caer de culo en la barca. Me puse en pie buscando algo de apoyo para levantarme. No supe distinguir lo que era, que agarré la cuerda que hace arrancar el motor justo y cuando Katherina subía por ese mismo lugar para darle un pequeño susto a Serf Junior, seguramente. Arranqué el motor y las afiladas aspas de acero le dieron el la cara. Los médicos dicen que un aspa le dio en la vena ahorta y murió desangrada ante la vista de su niño... Serf no me habló desde ese día y pidió al juez vivir con su tía Julia... Fue un accidente. Quizá haya nacido para causarme daño a mi mismo pero... Supe que sin ella nada sería lo mismo. Creo que no tengo nada mas que contarle Joven... -Es... Hay mucho que asimilar. Es una historia. Fuera de comparaciones diría yo -Ya no le debo nada más, le he contado todo sobre mi y no exijo saber nada de usted. Por favor, vayase ahora. -Pero... por qué no hace nada, ¡Luche! ¡reclame lo que es suyo! tengo un hermano que es detective, se llama Frank Morgan y podría conseguirle pruebas suficientes para darle a usted lo que le pertenece -Vayase ahora por favor. No necesito ayuda de nadie. Unicamente quiero estar solo. Llegó el miercoles siguiente, una semana a la espera para ver de nuevo a Serf Donhank pero... Ya había fallecido. Esa misma mañana. Había dejado una carta escrita desde el Domingo <> pensó Ezequiel. La carta decía: "Noto en mi cuerpo que me voy antes de lo previsto, malestares que no le deseo a nadie que experimenten. Algo me dice que no nos veremos de nuevo. Al menos yo a usted, ya que soy ciego. Sólo quiero decirle que ahora que probablemente que habré fallecido, haga todo lo posible usted para dirigirse a su hermano y hacer ver al mundo de quién son realmente los cuadros Donhank. Usted me lanzó a hacer esto. Me puse a pensar y vi que usted se lleva bien con su hermano, probablemente mejor que yo con el mío. De no ser así esta es una buena oportunidad para que os reconcilieis, y si por el contrario si que os lleváis bien, simplemente estrechad más aún vuestros lazos familiares sacando a la luz juntos quién es el verdadero pintor de los cuadros Donhank". Serf Donhank.

lunes, 5 de enero de 2015

El curioso caso del boxeador sin tacto

Me llamo James Harlem y soy boxeador profesional, o al menos lo era...
Me apodaban "la pantera del Bronx". He sido pentacampeón en pesos semipesados y pesados. Mis golpes y mi aguante físico a la hora de dar la talla en un combate eran mis aliados para dejar al púgil rival durmiendo en la lona. Siempre he sido cuestionado por no dar espectáculo, dejaba que me golpeasen un par de minutos y al tercer minuto antes de acabar el primer round ya dejaba al tío soñando con que era campeón, lo que me acarreó problemas con la Federación. Tenía que dar espectáculo, pero a mí no me importaba eso, me importaba ganar cuanto antes debido a dos enfermedades crónicas que padezco. Mis nervios en un combate me provocaban pérdida leve de audición y pérdida absoluta del sentido del tacto, y eso no es todo, también problemas respiratorios. Por eso tenía que acabar los combates rápido y no me importaba que la Federación se quejase.
Lo único que quería era demoler a golpes al rival, no importa quién fuese. Tuve una pelea con un boxeador al que dejé en coma. Luego con el paso de los años despertó. Su hermano pequeño también era boxeador. Noqueé a ambos. Eso fue en mi mejor época, jamás me derrotaron en sesenta y cuatro combates: dieciséis como amateur y cuarenta y ocho como profesional. Disputé el combate número sesenta y cinco y me vencieron. En ese combate ya me retiré. Les contaré mi historia.
Todo empezó cuando me dieron una paliza en el barrio en el que me crié. Los chicos me pegaban palizas por ser negro. Yo maldecía a América, "La tierra de las oportunidades", en la que si eras negro el lema se cambiaba por "La tierra de las dificultades".
Mi padre estaba en Johannesburgo, era médico, profesor y catedrático. Llegamos a América y se hizo barrendero, vendedor de perritos y un simple Don nadie. Esa paliza me marcó, me dieron tan fuerte aquella vez que me crearon un trastorno. Cada vez que me ponía nervioso perdía totalmente el sentido del tacto, lo que me motivó a vengarme de esos cuatro chicos. Me puse en mi escalón de casa, como siempre, hasta que ,como cada día, venían en mi busca.
Uno me cogió un brazo. Yo ya no sentía nada. El segundo me tomó el otro. El tercero y el cuarto me daban patadas en la barriga, probablemente dolorosas, pero yo, gracias a que perdí el tacto, no sentía nada, y ellos, bueno, ellos sí sintieron. De repente sus caras pasaron de una mueca vacilante a unos rostros serios e impresionados al ver que yo me reía. Me soltaron. Fue lo peor que hicieron. No sé cómo pero empecé a disparar una serie de fuertes puñetazos hasta dejarlos a los cuatro casi desmayados. Las noticias no tardaron en volar en ese barrio en el que las viejas miraban por las ventanas y contaban todo lo que habían visto. Así que mis padres se enteraron y me castigaron severamente.
Pasaron los días y alguna que otra semana, y de ese modo, la pelea se extendía a otras personas. Hasta que llegó a oidos de Zack Male, un promotor de boxeo que estaba interesado en verme, y si le gustaba lo que veía, en entrenarme. De modo que saltando unos pequeños detalles, me hice boxeador, a pesar de que a mi familia le pareció una atrocidad. Eso sí, cuando traía a casa dos mil o tres mil de los grandes empezaron a verlo desde otra perspectiva.
Ya llevaba nueve combates cómo boxeador amateur invicto. Todos llevaban casco menos yo, que sin que nadie lo supiera era inmune a los golpes cuando estaba nervioso. "¡Más tranquilo, más tranquilo!", decía Zack desde su esquina, mi manager. En lo que a eso respecta no le hacía caso. Tampoco me hacía falta ya que los combates no pasaban del primer asalto. Siempre tanteaba un poco para dar algo de juego y antes de acabar el primer asalto un par de directos al mentón y Bon Voyage aspirante de pacotilla.
Ya llevo dieciséis combates invicto, y tan solo acabo de cumplir los diecisiete. Mi cuerpo se fortalece y con él también mi mente. Aprendo a respirar mejor, a ser más letal y preciso en cada golpe. Aprendí a grabar en la mirada del rival la frase: "no voy a poder noquearle". Y así era, no lo hacían porque delante tenían a la pantera del Bronx.

Llegaron buenas noticias. Quizá las mejores en mucho tiempo. Ya tengo la licencia para competir en los pesos semi pesados. Estaba tan nervioso que perdí absolutamente el tacto y tuvo que pasar un rato hasta que volviese a recuperarlo.
Lo bueno de esto ahora mismo es que veía muchos beneficios. Tenía tan solo diecisiete años y veía por delante doce combates que disputar para llegar a ser campeón.
Ya había pasado un tiempo y me presenté al combate número nueve, donde al igual que los anteriores, tan solo duró un asalto. Mis fans coreaban mi nombre, pero el resto se quejaba. Han pagado para ver espectáculo, cosa que yo no doy porque acabo rápido los combates. No les daba tiempo a sentarse cuando tenían que levantarse, y eso a la Federación no le gustaba, pues perdían dinero.

Combate número doce. Aquí sufro muchos problemas. Quise dar espectáculo pero cada ronda que pasaba iba perdiendo facultades. Me ahogaba. Pierdo oido y además comienzo a sentir un poco los golpes, que viniendo de Troy Czech, no son precisamente buenos de recibir. Ya llevabamos ocho asaltos. Decidí ir ya a por el combate y de un jat seguido de un derechazo potente, éste cae y no se levanta. El árbitro cuenta. Cuando llegó a diez alcé las manos enguantadas en mis Charlie de color Azul al cielo y caí de rodillas ante la emoción. Todo el equipo me abrazaba. Por el micro se decía con entusiasmo: "¡¡¡el vencedor, y nuevo campeón de los pesos semi pesados es James Harlem, la pantera del Bronx!!!".

Recibí el cinturón de campeón y fue como volver a creer de nuevo. El campeón más joven de la historia con tan solo dieciocho años cumplidos hace tres días.

Se me presentó un momento difícil en mi carrera. Tuve que confesar mi secreto a mi médico, y él y un grupo de personas intentaron hacer una vacuna para que los nervios no alterasen mi sentido del tacto.
Pasaron unos meses y me convertí en aspirante al título de los pesos pesados. Cogí ocho kilos más y ya iba por treinta y tres combates oficiales invictos. Respecto a la vacuna ya estaba lista, pero en lugar de utilizarla para poder tener tacto a la hora de boxear, la usaba para las relaciones íntimas. Para poder disfrutar teniendo tacto, y no como antes, que al ponerme nervioso no sentía el calor ni el placer.
Ya eran treinta y nueve los combates y otros tres cinturones en mi palmarés. Cada combate era una victoria asegurada y al ser el campeón disputaba menos combates. Como siempre no pensaba en dar espectáculo, la Federación se desesperaba. Al igual que los rivales.

El combate cuarenta, y el cuarenta y dos fueron sencillos, demasiado para mí. Son los dos hermanos de los que al principio hablé. Uno de ellos está en coma. Siempre salía al ring con Bon Jovi de fondo y tenía la costumbre de llamar "renacuajo" a todo el mundo. No era mal tío, pero ahora está en coma. Esto es un deporte, me da pena, pero es un deporte.

Era mi combate número cuarenta y cuatro, el último de mi carrera. Semanas atrás estaba haciendo un inadecuado abuso de la vacuna. El efecto se hizo crónico. Ya no disponía de la ventaja de no sentir nada, ahora sí tenía tacto. Salí al combate aterrorizado, entre flashes de cámaras, ruido del gentío, música. Mi sensación había cambiado, llevaba años sin saber lo que era sentir un golpe y hoy iba a recibir lo que se siente, y de nuevo contra Troy Czech.
Golpe tras golpe me acosaba y no era capaz de dar un triste puñetazo. Mi cara estaba amoratada, como nunca la había visto nadie. Sonó la campana del décimo asalto y no pude oir lo que mi manager me decía. Sólo miraba a los lados viendo como gente me apoyaba con pancartas y otra parte del público que me abucheaba. Sonó la campana de nuevo que hacía empezar el undécimo asalto y ya respiro fuertemente. Salgo decidido. Mis puños y mis reflejos no me fallaron y le otorgué a Troy el privilegio de dormir en la lona. Gané ese combate. Aunque fue mi quinto cinturón y yo sólo tenía veinticuatro años, decidí retirarme del boxeo para sorpresa de muchos. Expliqué durante una rueda de prensa la ventaja que había tenido durante años. Muchos me miraron mal. Las portadas de periódicos deportivos me tachaban de impostor, de cobarde. Otros, la gran mayoría, me apoyaba. Tenía dinero, ahora una familia y una carrera que será recordada como la de "James Harlem, el boxeador sin tacto" en lugar de "la pantera del Bronx".